por Abraham Santibáñez, Premio Nacional de Periodismo.
El peso de la deuda colonial
No hay ciudad en el mundo que esté libre de "estallidos sociales" como el que sufrimos los chilenos en 2019. Los hay de origen político, racial o económico. En ninguna parte, sin embargo, han tenido la trascendencia que tienen en París.
En mayo-junio de 1968, los estudiantes, al grito de "pidamos lo imposible", acorralaron al presidente De Gaulle y estuvieron a punto de sacarlo del poder. La explicación sociológica fue que los estudiantes, al no tener compromisos familiares, podían intentar el asalto al poder que escapaba a las posibilidades de los asalariados. Y no fue la primera ni la última explosión popular. Solo que las interpretaciones han cambiado.
Diversas manifestaciones en los últimos años han puesto en apuros a Emmanuel Macron. Primero fueron los chalecos amarillos, cuya movilización se expandió gracias a las redes sociales. La protesta, sin conducción visible, llamaba a expresarse contra el alza en el precio de los combustibles, la injusticia fiscal y la pérdida del poder adquisitivo.
La nueva ola de protestas de este año tampoco tuvo un líder conocido. El detonante fue simple y directo: la muerte de un joven francés de origen árabe en un control de tránsito.
Cristales rotos, saqueos, autos incendiados y un atentado a la casa de un alcalde. En toda Francia, miles de personas salieron a la calle para manifestar su indignación por la muerte de Nahel. Aunque no se trata del primer caso de violencia contra los inmigrantes norafricanos o sus hijos y nietos, reavivó la ira contra la discriminación.
En tiempos de redes sociales, a Francia le pesa fuertemente su pasado colonial. De Tahiti a Indochina (Vietnam), pasando por África y América Latina, en sus posesiones no se ponía el sol. La responsabilidad en Indochina fue asumida por Estados Unidos con un enorme costo político y económico. Pero fue en Argelia donde Francia tuvo su peor derrota. El Frente de Liberación Nacional, fundado en marzo de 1954, creó un poderoso brazo armado para lograr la independencia. La tarea no era fácil: Francia estaba determinada a no perder su colonia más antigua. Argelia era considerada legalmente como parte integrante del estado francés.
El conflicto, que sistematizó los abusos incluyendo la tortura, terminó en 1962 con el reconocimiento de la independencia de Argelia. Se estima que un millón de colonos , principal pero no exclusivamente franceses, debieron abandonar la que consideraban su patria. Pero el mayor resentimiento fue de los propios argelinos, incluyendo a los que vivían en Francia. Aunque se les reconoce el derecho a practicar el islamismo, en las últimas décadas del siglo XX su fe religiosa se fue haciendo más violenta.
Las protestas han puesto sobre la mesa el tema del racismo dentro de la sociedad francesa.
El presidente Macron calificó la muerte del joven Nahel como "inexcusable" e "inexplicable". Una descripción con la que no está de acuerdo Crystal Fleming, profesora de sociología en la Universidad Stony Brook de Nueva York: "No es inexplicable", dijo a la Deutsche Welle. "No es un misterio. Es racismo".
Añadió que las protestas y disturbios fueron "una reacción al racismo francés vinculado al colonialismo". Ambos negados y borrados por las autoridades y políticos franceses, "a pesar de siglos de opresión racial de sus minorías y poblaciones colonizadas".
Un duro diagnóstico, sin duda.