Querido profesor repasa su trayectoria como docente, funcionario público y dirigente social en San Antonio
Ángel Parra Sepúlveda impartió la asignatura de Historia en el Inco en la década del 70 y hasta hoy sus exalumnos siguen disfrutando de los relatos que comparte a través de redes sociales.
Ángel Parra tiene el mismo nombre del músico hermano de la gran Violeta, y algo más tienen en común: la creatividad. Este vecino de la población Las Rocas de Tejas Verdes, de la que es uno de los fundadores, destaca que desde niño disfrutó de la lectura, interesándose durante su juventud especialmente en la biografía de personajes de la historia universal.
Durante la década del 70 inició su carrera como docente en el Liceo Comercial de San Antonio, actual Inco, especializándose en la asignatura de Historia. Además, en esa época conoció a quien se convertiría en su esposa, María Margarita Zúñiga, quien lo convenció de quedarse en San Antonio. Más tarde fue designado como funcionario de la Dirección de Administración de Educación Municipal (Daem) donde permaneció hasta jubilar.
El cariño que se ganó en su etapa en las aulas sigue intacto, lo que se evidencia en los mensajes llenos de admiración y respeto que le escriben sus exalumnos, quienes hasta el día de hoy valoran lo aprendido de este maestro que continúa entregándoles nuevos conocimientos a través de sus publicaciones en su cuenta de Facebook.
"Nací en Santiago. Allá trabajé seis años en Gasco, después postulé al banco Edwards, de ahí logré entrar a la 20th Century Fox Association, estaba a cargo de reportar las ventas de los cines. Luego empezaron a reducir personal y quedé sin trabajo. Siempre me gustó leer, tenía el diccionario "Larousse". Había dos tomos, uno de la A a la Z, y el otro que era de personajes de la historia y de geografía, ese lo leía todas las noches. En humanidades siempre me fue bien en Historia, me sacaba puros 7. También me habría gustado ser médico, pero no era muy bueno para la biología y las fórmulas", afirma el profesor.
-¿Qué lo motivó a venirse a vivir a San Antonio?
-Empecé a estudiar de noche en la universidad. Luego, postulé al Ministerio de Educación. Allá me dijeron tenemos tres vacantes, Puente Alto, Santiago y Valparaíso-San Antonio. Elegí Santiago porque no me gustaba la costa. Esto fue un viernes y me pidieron que volviera el lunes. Cuando llegué me dijeron que ya se había ocupado el cupo para Santiago y sólo quedaba Valparaíso y San Antonio. Al principio no quería venirme porque un mes antes había sido el terremoto del 61 y mostraban en Canal 13 que estaba todo en el suelo. Al final me decidí por San Antonio.
-¿Cómo fue ejercer como docente en esos años?
-Fui destinado al Instituto Comercial de San Antonio primero como profesor ayudante. Ahí estuve dos años hasta el 73 haciendo clases de Historia. A don Rafael Vera Verdugo, que era profesor de Historia en horario completo, lo nombraron director y quedaron vacantes esas horas de esa asignatura y me las pasaron a mí. Desde ahí empecé a ejercer la Historia. En el 75 nos cambiamos al nuevo establecimiento, porque antes estábamos en una casa vieja que estaba en calle General Ibáñez. En el liceo estuve hasta el 1 de abril de 1982, cuando traspasaron las escuelas a las municipalidades.
Partir de cero en daem
Asumir un importante cargo en la Dirección de Administración de Educación Municipal (Daem), algo muy distante de su especialidad como profesor de Historia, fue un gran desafío para Ángel Parra. Sin embargo, pudo enfrentarlo con la ayuda de un conocido funcionario de la Daem: Omar Vera Castro, quien años más tarde se convertiría en alcalde de la comuna.
"Me nombraron jefe de Finanzas y Presupuestos del Daem, sin tener idea de finanzas, no sabía nada, cero. Me hicieron hablar con don Omar Vera que en ese tiempo era jefe de Finanzas y un funcionario de carrera. Le dije que me habían nombrado jefe y que no tenía idea de esa materia. Me dijo, hay que apechugar nomás y él me enseñó a trabajar. Permanecí 28 años en ese puesto, me revisaba la Contraloría General de la República, Control Municipal, la Contraloría del Ministerio de Educación y nunca me encontraron algún problema, siempre salió todo bien. Jubilé el 1 de agosto de 2010 con 67 años", recuerda con orgullo.
-Por otro lado, usted es uno de los fundadores del sector donde se radicó…
-Sí, cuando llegué a esta población (Rocas de Tejas Verdes) era un arenal y estaban terminando de construir. Nosotros postulamos a estas casas. Formamos una asociación gremial de profesores, yo era uno de los dirigentes junto con Guillermo Álvarez Soto. Éramos todos funcionarios públicos de diferentes gremios, había gendarmes, Carabineros, PDI, personal del hospital y de otras instituciones. Debíamos tener un pie de 430 cuotas Corvi (Corporación de la Vivienda) y después se empezaba a pagar un dividendo mensual por 20 años. En agosto de 1973 fuimos a hablar con el jefe provincial de Corvi, Mario Santana, quien estaba muy enfermo, y el 21 de agosto de 1973 nos entregaron las casas. No tenían vidrios, chapas y los pasajes no estaban pavimentados.
-Al final se quiso quedar y no volvió a Santiago…
-Me tuve quedar obligado por mi señora (sonríe). Un día un alumno me dijo 'señor, hay un malón del curso para juntar fondos, ¿quiere ir?'. Yo estaba solo, así es que acepté ir. Me vendió una entrada, era uno de esos malones que había que llevar de todo y se realizó en el Club Deportivo Español, en el segundo piso que se movía mucho cuando bailaban. Él me presentó a su familia y entre ellos estaba su hermana mayor. La saqué a bailar, le pregunté en qué trabajaba y también era profesora, pero trabajaba en el campo, en Bucalemito. Después la invité al cine, empezamos a salir, luego me invitó a su casa que era en la población Juan Aspeé.
-Con el malón partió la historia de amor…
-Como ella estaba en el campo costaba que viniera para acá. A veces entraba a su escuela, se tenía que bajar en Bucalemu y desde ahí eran 15 kilómetros hacia adentro, tenía que irse en coloso o a caballo. Eran años en que llovía mucho, entonces a veces no se podía salir por el barro y se quedaba allá. Una vez le dije, sabe, tengo una idea para que la trasladen, casémonos. En ese tiempo los funcionarios públicos estando casados no podían estar en puntos distantes. Nos casamos el 30 de diciembre de 1972. Hice los trámites en el Ministerio de Educación y le conseguí el traslado, hasta le pegaron un viático. Después estuvo en la escuela Placilla, en la España dos años y más tarde la pasaron a la escuela de Tejas Verdes, donde trabajó 20 años hasta que jubiló el 2004. Cuando llevábamos un año de casados le dije que quería que pidiéramos el traslado a Santiago, porque no me gustaba el clima de San Antonio. Ella era sanantonina, no quiso y como 'donde manda capitán no manda marinero', me quedé acá.
-¿Qué recuerdos tiene de la etapa de profesor?
-Tengo muy bonitos recuerdos de la educación de esas generaciones. Yo hacía clases a alumnos de enseñanza media y era más difícil a veces, pero tuve la suerte de que tuve alumnos muy respetuosos, amables, correctos, lo mismo con los apoderados. Todos estaban pendientes de sus hijos, siendo que ya eran grandes. Puedo decir con orgullo que estoy contento de mis ex alumnos. Eran otros tiempos, cuando uno entraba a la sala se paraban para saludar, no eran estatuas, a veces chacoteaban, pero todo dentro de un marco de respeto. Cuando salgo a comprar me encuentro con varios de ellos y conversamos. Además, tengo un WhatsApp con ellos.
-¿Cómo captaba el interés de los estudiantes?
- A los alumnos nunca les di a entender que se inclinaran hacia un lado u otro, siempre los dejé que ellos tomaran su posición. No les dictaba la clase para que ellos escribieran, les narraba la historia y escuchaban. Después me hacían preguntas y yo las respondía y tomaban apuntes. Se las contaba como películas. A mí me gustaba que el joven participara en la clase, que interactuara. A veces me decían 'profesor hablemos de otro tema que el de la clase y yo los dejaba elegirlo'. Nos entreteníamos tanto que se nos pasaba la hora y no querían ni salir al recreo. Una vez me encontré con un exalumno y me dijo 'profe, todavía me acuerdo cuando nos dijo les voy a hacer una pregunta y al que se la sepa le pongo un 7 y nadie la supo'. La pregunta era qué son los solsticios. Como nadie supo, yo les expliqué.
-¿Tiene algún pasatiempo actualmente?
-En Facebook escribo muchas historias que no están en los textos de los estudiantes, que no las conocen como "El busto perdido de O'Higgins", "Cuando Chiloé pudo ser peruano", "La otra Quintrala". Todos han oído hablar de la Quintrala, pero la mamá de ella era más mala.
-¿En su juventud qué le gustaba hacer en sus ratos libres?
-Me gustaba bailar rock and roll. Cuando hacían las actividades de aniversario en el Daem, participaba en las alianzas y ganábamos siempre.
-¿Cómo ve hoy a San Antonio?
-Estamos estancados, San Antonio antes era más bonito, encuentro que no ha avanzado mucho. El museo está bien, el Centro Cultural y la biblioteca. El mall encuentro que debería haber estado en otro lado porque tapó toda la vista a la bahía.
-¿Cree que falta difundir la historia de San Antonio?
-Claro, aquí se le da poca importancia a la cultura de origen, por ejemplo, de los mismos pescadores del río Maipo o sobre la fundación de la comuna. La gente sabe poco de la historia de San Antonio. Uno de los primeros navegantes que llegó acá fue Antonio Núñez de Fonseca.
-El profesor Ronda se dedicó mucho a investigar sobre la historia local…
-Sí. Ascencio Ronda (exrector del Fiscal) fue mi primer jefe de finanzas en el Daem. Fue una buena persona, un historiador cercano a la gente, a los alumnos, a todos.
"Al principio no quería venirme porque un mes antes había sido el terremoto del 61 y mostraban en Canal 13 que estaba todo en el suelo. Al final me decidí por San Antonio",
Ángel Parra,, profesor jubilado
"Eran otros tiempos, cuando uno entraba a la sala (los alumnos) se paraban para saludar, no eran estatuas, a veces chacoteaban, pero todo dentro de un marco de respeto".