Empezando con la ética

Cuando, hace cinco años, se conocieron las sentencias en el "Caso Penta", hubo reacciones escandalizadas porque, además de tener que pagar una multa de 850 millones de pesos y sufrir la pena de cuatro años de libertad vigilada, los imputados fueron condenados a "clases de ética".

Para muchos comentaristas, se trataba de una burla o una falta de criterio.

Ahora, aparte de cualquier condena eventual, es evidente que a uno de los más conocidos abogados de nuestro país, Luis Hermosilla, le haría bien un curso elemental en la materia. Podría empezar revisando el primer artículo del Código de Ética de su colegio profesional el cual señala que "el abogado debe cuidar el honor y dignidad de la profesión". Apenas unas líneas más adelante el texto agrega que "el abogado debe obrar con honradez, integridad y buena fe y no ha de aconsejarle a su cliente actos fraudulentos".

Hermosilla tiene una merecida fama de exitoso. Lo demuestra la amplitud de su clientela: uno de sus últimos defendidos era el asesor del Segundo Piso de La Moneda, Miguel Crispi. Antes representó a la familia de Jaime Guzmán en el juicio por el asesinato del senador. En ambos casos hubo razones de amistad o parentesco. Distinta es la historia de sus convicciones personales. En las grabaciones dadas a conocer por Ciper, justificó la necesidad estratégica de compartimentar la información sobre la base de su experiencia como miembro del PC en dictadura y por sus 15 años como jefe del aparato de inteligencia del PC en la clandestinidad (aseveración que fue desmentida por la diputada comunista Carmen Hertz). En esos mismos años, como estudiante de la Universidad Católica, se hizo amigo de su compañero de curso Andrés Chadwick. En 2019 asumió su defensa ante la acusación constitucional. Paradojalmente, ese ha sido uno de sus pocos fracasos.

Hermosilla se tituló como licenciado en Ciencias Jurídicas, y juró como abogado en 1980. En esa época, comenzó a asesorar a la Vicaría de la Solidaridad, donde se destacó por defender a la familia de José Manuel Parada, degollado durante la dictadura.

En los días turbulentos que han seguido a la revelación de una conversación hace unos meses con un cliente, se ha recordado que lo calificaban como "el señor de los pasillos" por su fructífera actividad fuera de los tribunales mismos. Nadie, nunca, imaginó sin embargo que pudiera verse implicado en una devastadora grabación clandestina. En ella se registra una conversación con su colega María Leonarda Villalobos y el ingeniero comercial Daniel Sauer. Se habla de cifras asombrosas: 10 o 15 millones de pesos para pagar una coima, 100 millones para lo mismo, tres mil 500 millones, cinco mil millones, etc.

"El audio, comentó el diario El País, ha causado conmoción en Chile porque devela una oscura trama de corrupción en la que habría varios empresarios involucrados y que se sumaría a una serie de casos de delitos de cuello y corbata que en los últimos años han contribuido a generar un clima de descontento entre la población chilena".

En su única declaración hasta ahora, en ocho puntos, el abogado sostuvo que ha "sido objeto de una maniobra siniestra, cuyos alcances habrá que develar en transcurso del tiempo". Falta saber si en estos días ha repasado o no el Código de Ética del Colegio de Abogados. Está claro que Hermosilla conoce las leyes… aunque recomiende ignorarlas.