El extenista sanantonino que se convirtió en profesor de pádel
Kevin González fue número uno en juniors y una de las figuras más promisorias del tenis nacional, pero no pudo consolidarse en el circuito ATP. Hoy, a sus 29 años, está feliz y de regreso en Llolleo, su tierra natal.
En noviembre de 2010, con sólo 16 años, el llolleíno Kevin González ganó su primer punto ATP en el torneo Futuro Chile 3, al derrotar al español Cristian González Méndez, lo que lo convirtió en el tenista más joven en ingresar al ranking de tenistas profesionales, algo que causó admiración y fue noticia a nivel nacional e internacional.
Gracias a su perseverancia y años de entrenamiento, sumó muchos triunfos y logros personales, entre ellos cumplir su sueño de estudiar una carrera en Estados Unidos. Hoy, a sus 29 años, está de vuelta en su tierra natal. Con humildad agradece todos los frutos que cosechó gracias al tenis, sin embargo, en estos días sigue vinculado al deporte pero ya no como tenista, sino como jugador y profesor de pádel en un lugar que lo inspira y le evoca nostalgia: el Club de Tenis de Llolleo, donde aprendió a "brillar" con una raqueta junto a su fallecido padre Carlos González -exadministrador del recinto-, quien lo incentivó a desarrollar su innegable talento deportivo.
-Kevin, ¿cuándo empezaste en el pádel?
-Lo conocí en 2013 ó 2014, cuando en Chile aún estaba en pañales, y fue porque unos amigos, españoles y suecos con los que estudiaba en Estados Unidos, jugaban y ahí vi que se estaba masificando. Después cuando llegué a Chile en 2018, lo empecé a jugar. En Viña las canchas ya estaban llenas. Había sólo un club y era entretenido. Mi amigo con el que partí es seleccionado nacional y número 1 de Chile por muchos años, entonces tuve un buen partner para empezar. Después lo dejé dos años totalmente porque estaba en Viña y acá no tenía donde jugar. Además, por el trabajo, porque estaba haciendo clases de tenis. Del 2020 para adelante, cuando se pudo salir un poquito más, volví a jugar pádel.
-Ha sido un cambio de chip totalmente para ti en lo deportivo…
-Sí, llevo un año haciendo clases, entrenando y cambiándome radicalmente de deporte. De hecho, he jugado tenis una vez en dos o tres años. Para mí es una oportunidad de reencontrarme con el deporte. Después de tantos años entrenando, ahora volví, me estoy preocupando de mi salud, es un estilo de vida que es favorable y es bueno porque lo puede jugar gente de todas las edades y de todas las capacidades, incluso quienes nunca han realizado deporte.
-¿Cómo fue el tiempo que viviste en Estados Unidos?
-Desde los 15 años que quería irme a estudiar allá, y fue una experiencia increíble que uno valora ya más grande. Fue bonito porque gracias al tenis pude tener una beca allá, donde viví tres años y medio y un año en Canadá, entonces son oportunidades de las que me siento privilegiado de haber tenido. Un niño que partió esto jugando como un hobby y que se convierta en algo que te pueda llevar a Europa, Estados Unidos u otros lados, es impagable la verdad. Estudié Economía, me faltaron dos semestres como máximo, aprendí muy bien el inglés y otros aspectos que no se pueden medir como la empatía, conocer otras realidades, son cosas que a uno lo cambian de por vida para bien.
- Cuando vienes al Club de Tenis de Llolleo y miras el lugar, ¿qué recuerdos te trae?
-Yo me crié prácticamente acá desde los dos años, entonces es imposible no acordarme de todo eso. Mi papá le dedicó su vida (se emociona y se le llenan los ojos de lágrimas). Es lindo y triste a la vez, más que nada por mi papá, que le entregó su vida a esto y que no esté cuesta. Han pasado 11 meses. Falleció el 25 de enero, cuesta, pero es bonito dentro de todo que esté la gente haciendo deporte, ir por la calle y encontrarme con la misma gente desde hace años, es una buena sensación porque aquí aún hay vida de barrio. Con el tiempo nos vamos poniendo un poquito más melancólicos, pero son buenos recuerdos.
Un genio del tenis
El nombre de Kevin González Leiva se hizo conocido cuando el deportista era sólo un niño. Con pocos años de edad debió acostumbrarse a dar entrevistas, por ejemplo a Diario El Líder de San Antonio, que destacó en su portada sus victorias, acentuando la habilidad del pequeño que vislumbraba convertirse en un grande del tenis nacional.
"Partí en el tenis a los tres años. Mi hermano Carlos González jugaba y se dedicaba al tenis y le iba muy bien. Me acuerdo que estaba en la casa viendo tele y comiendo papas fritas y mi papá me dijo 'ya, vamos a hacer algo' y me trajo a jugar tenis. Desde ahí empezamos a pasar más tiempo juntos. Era bonito entrenar aunque al principio no entendía nada, pero poco a poco me fue gustando mucho, primero que nada porque quería ser como mi hermano, era mi ídolo", rememora Kevin.
"Después fui compitiendo desde los 8 ó 9 años, veía a los otros y decía son buenos porque no estaba acostumbrado a ver a niños de mi edad que jugaran tan bien. Sorprendentemente me ganaba casi todo lo que jugaba. Para mi era un juego, hasta que sentí que había que ponerle un poquito más. Fui número 1 de Chile en menores de 12, 14, 16 y 18. Pude entrenar con Massú y con varios jugadores. Fue una experiencia bonita que se transformó rápido en mi trabajo, sin darme cuenta. Me salía antes del colegio, falté mucho por competir, pero agradezco, porque no sé dónde estaría si no fuera por el deporte. Lo dejé cuando no seguí haciendo clases de tenis y mi vida empeoró en el sentido de que subí de peso, estaba más triste y sedentario", confiesa.
-¿Cuándo te diste cuenta de que el tenis ya era algo importante para ti?
-Si bien en menores de 12 fue duro porque viajaba todas las semanas, estaba 1 de Chile compitiendo, creo que fue a los 13 años cuando me fui a Los Andes a vivir con mi hermano. Ahí me lo empecé a tomar más en serio porque ya casi estaba viviendo una vida de adulto. Después, cuando a los 16 años saqué mi primer punto ATP, fue algo a nivel nacional importante, porque fui uno de los más jóvenes en la historia del tenis chileno en sacar puntos ATP y convertirme en profesional. Me habló demasiada gente, pero yo no lo entendía, para mí era como un partido más. Ahí dije ya estoy con los grandes, porque cuando chico en tu mente sabes que en algún momento tienes que dar el salto.
-¿Cómo fue tu adolescencia al ser un deportista destacado?
-Tuve la suerte de que justo a esa edad fui a entrenar con Nano Zuleta a Villa Alemana y lo primero que él hizo, porque yo estaba dando exámenes libres en primero medio, fue inscribirme en un colegio tradicional. Eso me ayudó en cierta forma a tener relaciones interpersonales un poquito más normales, no sólo con tenistas y vivir una vida relativamente normal. A mí lo que más me dolió cuando chico fue darme cuenta de que mis amigos iban a cumpleaños y yo no podía. Algo que me cambió mi vida y pensamiento fue cuando estaba en Santiago y el papá de un amigo me dijo 'Kevin, cómo estái' y le respondí, bien, estoy jugando bien. Y me preguntó '¿cómo estás tú?'.
-¿En qué momento dejaste el tenis?
-El tenis lo dejé a los 22 años cuando estaba en Estados Unidos, perdí la beca y me lesioné. Ahí trabajé un tiempo, hice clases de tenis en Miami y me desmotivé. De un día a otro me costó levantarme, algo que nunca me había pasado. Siempre, aunque estuviera adolorido, como fuera me levantaba a entrenar y ahí me desperté, me costó demasiado y dije no puedo seguir. Me di cuenta de que me estaba perdiendo cosas importantes de mi vida, habían fallecido personas cercanas y eso te hacer despertar. Sentí que mi camino de vida no iba por ahí. Hubo un punto en que llamé a mi papá y le dije 'acá no soy feliz, así es que voy a pescar un avión, me voy a ir a Chile y voy a estudiar allá'. Eso hice y no me arrepiento.
-¿Qué sentías cuando eras niño y te entrevistaban?
-Para mí al principio era entretenido, porque me imaginaba de grande dando entrevistas. Desde chico me preocupé de dar una buena imagen porque otros niños de mi edad o más chico podían estar viendo y no era la idea ser un mal referente para ellos. A veces venían a mi casa, les contaba y ayudaba a generar conciencia sobre el deporte. Siempre lo tomé con humor y de buena forma. Cuando jugaba en Llolleo se llenaba de gente mirándome. Después más grande sentía la presión de que tenía que ganar en mi casa. Todos esos recuerdos te ayudan a formar carácter y a crecer como persona que es lo más importante.
-¿Tienes algún pasatiempo?
-La pesca. Desde chico he ido a pescar al muelle. Cada vez que terminaba un torneo iba a pescar. Voy en las mañanas, hago ceviche con los pejerreyes, también los hago fritos.
-Hoy estás dedicado a dar clases de pádel. ¿cómo te sientes en esta nueva faceta?
-Me gusta hacer clases, es otra etapa de la vida que estoy viviendo ahora, pero que es bonita, muy bonita. Estoy haciendo convenio con empresas y clases grupales. Acá varios adultos juegan porque al final ellos tienen el tiempo y los medios para jugar. Cuando chicos muchos no tuvieron la oportunidad de hacer distintos deportes porque antes era menos accesible que ahora hacer un deporte raqueta.
-¿Cuál es tu sueño pendiente?
-Me gustaría tener mi propio club de pádel. Creo que ese es mi sueño para fomentar el deporte de otra forma, no sólo tiene que ser estando en la cancha. Hay muchas maneras de promover la vida sana y el deporte.
"Llevo un año haciendo clases (de pádel), entrenando y cambiándome radicalmente de deporte. De hecho, he jugado tenis una vez en dos o tres años",
Kevin González
"El tenis lo dejé a los 22 años cuando estaba en Estados Unidos, perdí la beca y me lesioné. Ahí trabajé un tiempo, hice clases de tenis en Miami y me desmotivé. De un día a otro me costó levantarme, algo que nunca me había pasado".