El incendio de una reliquia patrimonial
Indignante. La estación de Llolleo, una reliquia patrimonial, enraizada en el nacimiento mismo de este bello sector, hoy está destruido. Su último vestigio, la cabina de cambios, fue arrasada por el fuego. En el lugar se cobijaban desalmados, insanos
destruidos en su humanidad, víctimas de las drogas. Pero ese patrimonio estaba afectado también por el abandono de EFE, por la desidia de no bregar por su conservación. También es responsabilidad de las diversas administraciones de la Municipalidad de San Antonio, en las antípodas respecto a la conservación de la estación de Cartagena, por su municipio como por una agrupación patrimonial, que vela por su permanencia.
En mi memoria está vivo cuando la estación de Llolleo estaba en su esplendor. Hace casi setenta años, cuando estaba en su fulgor y todas sus vías en verano recibían trenes de pasajeros llenos de veraneantes y turistas; fui uno de tantos niños del pueblo que para ganarse unos pesos para ayudar a sus padres, acarreaba maletas de los pasajeros hacia hoteles o residenciales del centro de Llolleo, como de los que montaban carpas en las arenas plomas de su borde playa. Recuerdo que lo más admirado por los recién llegados eran los pulcros y floridos jardines que rodeaban los accesos a la estación de Llolleo. Así en el pasado queda el humo de las máquinas a vapor, el bramar de sus calderas, el silbato de su bocina, el tintinear de sus campanas, el lento rodar de empuje de sus chirriantes y chispeantes ruedas de acero, como el autoritario pitazo de los conductores, que anunciaban la partida de los convoyes ferroviarios.
Jorge Moreno Álvarez