La bailarina que enseña los secretos y el encanto de la danza árabe a las sanantoninas
Bet Keila Muñoz lleva siete años impartiendo talleres a mujeres de todas las edades que quieren aprender a moverse con esta técnica oriental milenaria.
El año 2000 en Chile se emitió en televisión la teleserie brasileña "El Clon", la que contaba la historia de amor entre una joven mujer proveniente de Río de Janeiro que debió radicarse en Marruecos con su familia musulmana, muy apegada a la religión, y un hombre también del país carioca, con el que debieron mantener oculto sus sentimientos durante 20 años. En esta telenovela, además de mostrar la cultura oriental y locaciones de Marruecos, la protagonista se lucía por la destreza con que danzaba moviéndose usando los velos y la indumentaria característica. Esto llamó la atención de muchas mujeres en nuestro país, las que quisieron aprender a mover las caderas como "Jade".
Como en este caso, hay otras referentes como Shakira, que difunden esta cultura en sus presentaciones, lo que genera el interés de mujeres de todas las edades por acceder a clases y en San Antonio pasa lo mismo. Testigo de esto es Bet Keila Muñoz Briceño (30), madre de dos niños, quien lleva siete años impartiendo clases de danza árabe en su academia "Bellydance Ritmos" (@kei_bellydanceritmos en Instagram), ubicada en Santa Lucía 242, Llolleo.
"Hay alumnas que me han dicho que se demoraron dos años en decidirse a tomar clases. A algunas les gusta Shakira que es un referente por su cultura árabe y en todos sus espectáculos incluye la danza, porque es parte de sus raíces. Cada alumna viene con una historia detrás, unas pueden hacerlo porque les gusta la vestimenta, otras porque tienen el autoestima muy baja y han sufrido muchos cambios en cuanto a lo social, físico, emocional o sicológico. Entonces lo ven como una alternativa de sanación, una ayuda para desarrollarse. También hay otras que son demasiado motivadas y lo único que quieren es subirse a un escenario", comenta la bailarina sanantonina que reside en el sector de El Tranque, en San Juan.
-¿Cómo conociste la danza árabe?
-Yo siempre tuve dotes artísticos desde niña, fui muy allegada a la música y a la danza. Cuando tenía 14 años mi papá tuvo una amiga árabe que daba clases y él me impulsó a que conociera cómo era esta danza y me encantó. Ella me enseñó mis primeros pasos y después con el tiempo seguí de manera más autodidacta porque necesitaba más formación. En las primeras presentaciones que hice siempre estaba adelante y quería seguir bailando. Incluso la profesora a veces me dejaba haciendo la clase porque yo estaba muy motivada.
-¿Cuándo te decidiste a dedicarte profesionalmente a la danza árabe?
-Con los años dije 'esto lo tengo que profesionalizar para tener las herramientas para seguir como bailarina independiente'. A los 19 años me decidí a dar clases y me fui a la capital a estudiar para formarme como docente en danza. Luego de eso, de inmediato partí haciendo clases, primero en el living de mi casa. Ahí tenía un grupito de alumnas, de a poco fue creciendo y comencé a impartir clases en diferentes sectores de San Antonio. Participé en grupos municipales para adultos mayores y con niñas.
-¿Tuviste apoyo de tu familia cuando le dijiste que te querías dedicar a la danza?
-Sí, mis padres me dieron apoyo desde la adolescencia con respecto a la danza. Mientras yo tomaba clases de danza árabe tres veces a la semana, iba dos días a clases de violín con una orquesta sinfónica y además tomaba clases de pintura, escultura y cerámica. Entonces tenía toda mi semana muy ocupada haciendo arte, lo que me iba a servir en el futuro sin saberlo. Ellos me motivaron a seguir en este arte y en el camino, después de diez años bailando, descubrí el amor por la docencia. También tengo el apoyo de mis dos hijos que tienen 11 y 7 años. Se nota su admiración por la mamá que baila, toca música, que siempre está creando coreografías. Ellos me acompañan a todas partes y son el motor fundamental para seguir en esto.
-¿Qué significa la danza para ti?
-Para mí la danza ha sido un salvavidas en muchas etapas de mi vida, primeramente como persona y bailarina. Gracias a la danza he podido sanar muchas heridas, he aprendido a superarme como mujer, ha sido una terapia, fuera de todas las destrezas que uno puede tener como bailarina. Para mí la danza es una cápsula de tiempo donde no existe el temor, se olvidan los problemas. Ahí empieza el verdadero amor al arte. Siento que este es un mundo donde uno puede reencontrarse consigo misma, desde la energía del movimiento. Esto es algo que se aprende con la experiencia de los años, no con la primera profesora que tuve, fue un trabajo de años darme cuenta de los procesos que uno va viviendo como bailarina.
Del living a una academia
Gracias a su perseverancia y dedicación, Kei, como la llaman sus amigos y cercanos, ha logrado progresar y las clases que partió haciendo en su living son una muestra de su empuje.
-¿Estás conforme con lo que has logrado hasta ahora?
-Sí, mucho. Ahora tengo mi academia formada y hartas alumnas que me siguen desde hace años. Con el paso del tiempo he adquirido nuevas herramientas estudiando para formarme bien porque no es llegar y subirse a un escenario, ponerse un traje árabe que es el terror de las alumnas que vienen llegando, ya sea por la aceptación del cuerpo, por todos los prejuicios que hay detrás, que piensan que hay que tener una cierta talla para usarlo y bailar. Todo eso lo comento en mis clases, trato que las chiquillas vayan reforzando su autoestima y el amor propio por medio de la danza.
-¿En qué consisten las clases que impartes?
-Enseño técnica en danza oriental estilizada, ritmología que vendría siendo la musicalidad, los ritmos árabes. También aprenden historia, porque para mí es muy importante que las bailarinas sean cultas, que no solamente se paren en un escenario y se pongan una vestimenta hermosa llena de brillos. La idea es que si alguien les pregunta de dónde viene una determinada danza, ellas lo sepan. Es necesario que sepan el contexto, el origen y qué simboliza esta danza para que lo hagan con respeto, no es llegar y bailar porque detrás de esto hay toda una cultura.
-Mencionaste que hay un significado, ¿cuál es?
-Hay varias danzas, por ejemplo Saidi, que es una danza folclórica milenaria que viene del alto Egipto en el que los hombres utilizan bastones, actualmente también la bailan mujeres. Hace referencia a un arte marcial y por medio de coreografías ellos van ejecutando pasos y movimientos que ocupan para defensa. Por supuesto, se baila con el debido respeto y se usa vistiendo una túnica, hombres y mujeres.
-Actualmente, ¿hay interés por aprender danza árabe?
-Hoy en día se está poniendo muy de moda y les recomiendo a quienes quieran aprender que no se queden con las ganas. En nuestra comuna hay varios grupos que están dando clases, cada uno es diferente, cada maestra tiene lo suyo. Esto es un viaje en el tiempo y a la creatividad, porque llega un punto en que uno está en la casa, pone música y empieza a bailar. Ahí empieza todo el juego.
-¿Hay espacios para mostrar lo que hacen al público?
-A diferencia de Santiago, en San Antonio siempre ha costado un poco más todo lo que tiene que ver con el arte, la danza y la música. Recién ahora se están abriendo más espacios. Yo como profesora independiente lo he hecho todo de forma autogestionada. En 2018 por ejemplo, me conseguí el gimnasio ex Montemar y organicé el primer Festival de la Danza del Vientre del Litoral. Convoqué a artistas de regiones y llegaron de Rancagua, Viña, Villa Alemana, Santiago hasta de Temuco, solo por amor al arte. Luego de eso empecé a hacer giras con el grupo de alumnas, donde íbamos a diferentes festivales sin recibir ningún pago, donde conocimos a grandes bailarinas.
-¿Tienes planes a corto plazo?
-Los proyectos que se vienen para este año enfocados en la academia Bellydance Ritmos. Este mes comenzamos las clases anuales y nos preparamos durante todo el año para nuestra gala anual que es hermosa. Es un momento muy especial para las alumnas por el esfuerzo que hacen dedicando tiempo entre el trabajo y las labores de mamá, pero todas lo logran.
"Cuando tenía 14 años mi papá tuvo una amiga árabe que daba clases y él me impulsó a que conociera cómo era esta danza y me encantó",
Bet Keila Muñoz
"Para mí la danza ha sido un salvavidas en muchas etapas de mi vida, primeramente como persona y bailarina. Gracias a la danza he podido sanar muchas heridas",
Bet Keila Muñoz