Padre de hombre asesinado en Llolleo: "No quiero venganza, quiero justicia"
A once días del homicidio de su hijo Eduardo, Benjamín Meléndez decidió romper el silencio y habló del dolor inconsolable que le parte el alma.
A la hora que nos encontramos con Benjamín Meléndez, la plaza de Barrancas luce más vacía que de costumbre y, tal vez por el frío de la estación, el sol no logra convencer a los peatones que surcan con zancadas rápidas el centro cívico de la comuna.
Benjamín Eduardo Meléndez Jaque, de 60 años, es el padre de Eduardo Meléndez, que era conocido en el barrio como "El Kalule" y que la mañana del sábado 15 de junio fue asesinado en una riña en Llolleo alto.
"Yo creo que nadie, ni él ni nadie, merece morir como estaba mi hijo, como si fuera un perrito botado en la calle. Gracias a Dios una señora lo socorrió. Se lo agradezco porque ella estuvo con él cuando dio su último suspiro, ya que le tenía la mano tomada y mi hijo se agarró de su mano y de repente ella sintió que él le soltó la mano y ahí se le fue la vida a mi hijo", recuerda Benjamín Meléndez, "Don Lalo", en una conversación franca y dolorosa sobre la experiencia que le arrebató al segundo de sus tres hijos.
Es que la tragedia ya había golpeado a esta familia en 2021, cuando Benjamín, el hermano gemelo de Eduardo se quitó la vida. Y hace 11 años, en mayo de 2013, la madre de esta familia falleció víctima de un agresivo cáncer.
Como una jugarreta cruel del destino, todos fallecieron un día 15. El 15 de mayo Julia Gutiérrez, la madre, el 15 de enero de 2021 Benjamín y ahora el 15 de junio, su hermano Eduardo.
Apenas procesando los hechos que le arrebataron la vida a su hijo, este padre de familia que trabaja como tripulante de remolcadores cuenta que tras ser advertido por el padre de "El Pimpón" (C.F.N.A.), imputado por este homicidio, corrió desde su casa en calle Linderos hacia el pasaje Jason de la población Las Acacias de Llolleo Alto, donde Eduardo Meléndez yacía herido de muerte.
"Cuando yo llegué ahí lo vi en el suelo tirado, tapado en sangre, botando sangre, estaban reanimándolo y eso no se lo doy a nadie. La verdad de las cosas no se lo doy a nadie, ver morir a un hijo así no se lo doy a nadie. Por eso sé que voy a tener las fuerzas, se lo juro, voy a tener las fuerzas para luchar hasta el último, con las manos limpias, como tiene que ser. Yo no quiero venganza, yo solamente quiero justicia, esa es mi palabra. Quiero justicia".
Los hechos
Tras el homicidio de Eduardo Meléndez, la fiscalía de San Antonio logró establecer que la víctima se encontraba bebiendo alcohol con C.F.N.A., "El Pimpón", cuando a eso de las 07.30 de la mañana se les sumó J.P.A.U., el "Chico Malo", todos amigos desde la infancia que se criaron en el mismo sector.
En esas circunstancias empezó un altercado cuando "El Kalule", habría empezado a ostentar del dinero que tenía, lo que molestó a "El Pimpón" y los ánimos alterados por el alcohol avivaron esa torpe disputa que partió a los combos y terminó a los cuchillazos con uno de ellos fallecido.
Luego de la audiencia de control de detención, y ante la falta de antecedentes en la investigación, entre ellos la causa de muerte de la víctima, el Tribunal de Garantía autorizó una caución para que, previo pago de un millón y medio de pesos, el imputado C.F.N.A. pudiera esperar en libertad los siguientes pasos de este proceso judicial que tendrá una nueva instancia el 18 de julio próximo cuando será reformalizado.
Causa de muerte
Uno de los puntos que Benjamín Meléndez quiso remarcar sobre el homicidio de su hijo tiene que ver con la causa de muerte, una arista que en la propia audiencia realizada al día siguiente del hecho de sangre no había sido aclarada.
"Mi hijo no murió con los cortes por cuchillo. Mi hijo murió... le cortaron la carótida a golpes aquí, justo aquí...". Las pausas que interrumpen esas tres frases van acompañadas del gesto de golpes de puño que este padre hace sobre su propio cuello para graficar lo que está relatando, mientras una lágrima se asoma entre las gafas oscuras que le cubren los ojos y se derrama por su rostro de obrero curtido en las faenas de tantos años.
Apenas tragando aire para poder seguir hablando, este padre ahogado en su tristeza remarca que a su Eduardo "los golpes le cortaron la carótida, y por lo que me explicó el médico legal, al muchacho no le llegó sangre al cerebro y se ahogó con la misma sangre. O sea, fueron los golpes los que lo mataron…".
El sol amarillento del invierno cae sobre Barrancas y la señora Edecia toma la mano de su compañero como tratando de consolarlo, pero la pena de "Don Lalo" es más grande, porque nada le va a devolver a su hijo, y cuando vuelva a casa, ahí estará su habitación en silencio, convertida en un rincón triste y doloroso que desgarra el alma y que clama por justicia.
"Creo que nadie, ni él ni nadie, merece morir como estaba mi hijo, como si fuera un perrito botado en la calle",
Benjamín Meléndez, padre de la víctima
"Los golpes le cortaron la carótida, y por lo que dijo el médico legal, al muchacho no le llegó sangre al cerebro y se ahogó con la misma sangre",
Benjamín Meléndez