La profesora de matemáticas que se convirtió en una destacada contrabajista
La sanantonina Camila Henríquez es pionera en el ámbito artístico de la comuna puerto gracias a su especialización en este instrumento de cuerdas. Aquí cuenta cómo llegó a tocar con Los Jaivas y el grupo Mazapán.
El día de Camila Henríquez Cárdenas (@camilahenrilaura) tiene muchas actividades que son parte de su rutina como ser mamá, hija, esposa, profesora y gestora cultural de una institución, sin embargo, hay algo que no puede faltar: su rol ligado a la música a través del contrabajo, una pasión que asegura la mueve y le da energía.
A sus 28 años, recuerda que se encantó con los instrumentos musicales, los acordes y las melodías cuando cursaba la enseñanza básica, sin imaginar que llegaría a convertirse en integrante de orquestas sinfónicas, como la de San Antonio en sus inicios y Santo Domingo actualmente, donde ha destacado por su gran talento artístico como contrabajista, siendo la única mujer dedicada a ese instrumento de cuerdas en la zona que se mantiene vigente en el escenario local.
Además, esta profesora de matemáticas de profesión, que vive junto a su marido y su hija Laurita, de cuatro años, en Villa Las Dunas, es la contrabajista del trío musical Ensamble Camelia. Adicionalmente, lidera la sección de contrabajos de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Santo Domingo, forma parte de la Orquesta Alimapu de Valparaíso y enseña teoría musical en establecimientos educacionales locales, sin dejar de lado el mundo de los números.
"Lo que me cautivó del contrabajo es su sonoridad, gravedad, grandeza y la importancia que tiene en la música, porque es la base de la armonía. Siempre he tenido afinidad con la frecuencia grave, por eso no me costó escogerlo. Además es muy versátil, porque puedes tocar con o sin arco, no como los otros instrumentos de cuerda frotada donde es más difícil ver eso. En cambio en el contrabajo el jazz se toca con los dedos y la música clásica se toca generalmente con arco, me refiero al pizzicato (consiste en pulsar directamente con los dedos las cuerdas de un instrumento de arco). Es un instrumento bastante difícil. Entonces me planteé un desafío súper grande", responde Camila Henríquez al explicar por qué escogió el contrabajo para especializarse como música.
-¿Recuerdas cuándo sentiste que te motivaba la música?
-Estudié la enseñanza básica en el colegio Sagrada Familia y ahí estuve en la banda de guerra donde tocaba la lira y el bajo eléctrico. Después entré a la Orquesta de San Antonio con el profesor Pablo Yáñez y empecé a estudiar contrabajo. Tuve toda la formación en esa orquesta y luego me cambié de colegio al Instituto Bicentenario José Miguel Carrera. Seguí con los estudios y en esa fecha que estaba en segundo medio, fuimos a realizar una presentación a Frutillar a un encuentro súper importante que hubo. Fue un evento muy especial para mí. Ese año gané el galardón 'Alumna Bicentenario' porque siempre fui una estudiante destacada.
-¿Cómo fue integrar la Orquesta Sinfónica de San Antonio cuando eras niña?
-Fue increíble. En ese tiempo estaba en la orquesta con mi hermana que era percusionista. Fue algo muy bonito, aparte del crecimiento personal que uno tiene. Pienso que la música te genera otro tipo de inteligencia que hace desarrollar la disciplina, porque en ese proceso tenía que rendir en el colegio y en la música. Se aprende otro 'lenguaje'. Estaba tan motivada que mi profesor de ese entonces, Claudio Bernier, me prestó su contrabajo personal y estuve un año usándolo. Fue una cuestión de otro nivel.
Esta joven profesora-artista, de llamativa melena roja y que vivió su infancia y juventud en el cerro Alegre, cuenta que la única vez que hizo una pausa en la música fue mientras estudiaba pedagogía en matemáticas en Valparaíso.
"Hace dos años (el director) Pablo Yáñez me invitó a reintegrarme al proyecto porque faltaba el contrabajista. Así volví a la orquesta de Santo Domingo, donde estoy hasta el día de hoy. Hemos tocado con Los Jaivas, Mazapán y Los Beatles Sinfónicos. A partir de eso surgieron varias oportunidades, siento que me hice más visible en el área", reconoce con merecido orgullo por sus logros.
Más espacio para los artistas
Una inquietud que se repite entre cantantes, pintores, poetas y en general, entre los creadores locales, es el deseo de que haya más lugares para que puedan compartir su trabajo con la comunidad. Camila se suma a este planteamiento.
"Lo que yo quiero es levantar la escena musical en San Antonio, porque está apagada, ahora lo único que hay es la salsa o lo que hacen en El Checo, que es otro tipo de música. No hay música docta, aparte de lo que hace Santo Domingo. Ese es mi objetivo y lo estamos haciendo, se está logrando de a poquito, nos estamos haciendo visibles. Creamos el Ensamble Camelia, tenemos un trío de mujeres en el que cantamos, tocamos cello, violín y contrabajo. También estamos trabajando con Coke Betancourt para hacer un concierto acústico, sólo eso puedo adelantar de ese proyecto", asegura.
-¿Qué destacarías de tu trayectoria?
-Soy la única mujer contrabajista que está en el ámbito artístico local, adulta por lo menos, porque hay niñas que están estudiando. Trabajé con el grupo Cántaro de la Universidad de Chile y fui productora de ellos durante un tiempo. Hace unos días participé en la actividad Yunta Tango en el Centro Cultural, donde también me llaman para colaborar con grabaciones que hacen para grupos musicales. Por otro lado, Mario Vidal, que es el director y presidente de la Fundación Conectemos, me llamó hace un tiempo para levantar el departamento de Cultura, porque él vio mi crecimiento y mi capacidad de liderazgo. A partir de eso me nombraron gestora cultural. A la vez, trabajo directamente con Mauricio Domínguez, del Bar Yam, entonces llevo grupos para allá. Siempre estoy yendo a lugares a captar músicos.
-¿Hay alguna presentación que recuerdes de manera especial?
-Cuando tocamos con Los Jaivas fue una experiencia increíble. Mario Mutis nos trataba de colegas. A mí me dijo 'esta cabra que toca bien'. Son muy secos ellos, la Juanita también excelente. Para mí, el concierto más memorable que he tenido ha sido ese y el de 'Carmina Burana', donde hicimos la obra en Santo Domingo hace poco y salió perfecta.
-¿Has recibido apoyo en tu carrera?
-Sí y lo agradezco mucho. Una persona anónima me postuló a la Fundación Luksic. Les gustó mi historia y me llamaron por teléfono porque tengo una hija de cuatro años y por ella volví a la música. Un día estaba en una presentación en el colegio El Roble, de Santo Domingo, con mi profesor de contrabajo Pablo Seguel Ponce, quien me ha formado y me ha llevado hasta donde estoy. Ese día me llamaron y me dijeron que me iban a donar un contrabajo, que es el que uso en las presentaciones. Estoy en constante contacto con ellos y lo más importante es que no me pidieron nada a cambio, sólo me dijeron ¡prospera! Incluso me aportaron con el luteriado, que es una mejora en contrabajo. Aprovecho de darle las gracias a mi familia y a la de mi marido, porque sin su apoyo no podría seguir.
-¿Qué te impulsó a retomar la música cuando te habías alejado?
-Mi hija Laurita, que es el amor de mi vida, me llevó a volver a la música, porque yo pude haber dicho que no, pero lo hice porque quiero que mi hija también tenga esta herramienta en la vida, así como mi mamá me inculcó el amor por la buena música a mí y a mis hermanos. Para mí la música es algo tan emocional, de lo que te liberas cuando uno tiene un problema, vas a tocar y te olvidas. Para mí la música es todo, es mi vida y mi hilo conductor.
"Lo que me cautivó del contrabajo es su sonoridad, gravedad, grandeza y la importancia que tiene en la música, porque es la base de la armonía",
Camila Henríquez
"Pienso que la música te genera otro tipo de inteligencia que hace desarrollar la disciplina, porque en ese proceso tenía que rendir en el colegio y en la música",
Camila Henríquez