Ignacio Arriagada M.

Es una tendencia que al llegar el invierno, y por consiguiente las lluvias y las bajas temperaturas, las personas abriguen a sus perros con chalecos de polar, bufandas, parkas e incluso chaquetas impermeables. Si bien hay grupos que respaldan este método y otros que no, lo importante es saber desde el punto de vista clínico si esta práctica es efectiva o ineficaz o si es buena o mala para la salud de los animales. Dos expertos en este asunto compartieron con este medio sus conocimientos y experiencias.

"Ponerle o no ropa a los perros siempre es controversial. Sin embargo, esto hay que verlo de forma individual, puesto que cada can tiene sus necesidades fisiológicas y conductuales", comienza indicando Ana Francisca Soto, directora de la Comisión Nacional de Tenencia Responsable de Mascotas del Colegio Médico Veterinario de Chile (Colmevet).

¿todos deben usar?

Los perros tienen debajo de la piel una capa de grasa que funciona, al igual que el pelaje, como un protector térmico. Pese a ello, hay algunos canes que, dependiendo de algunos factores, tales como la raza, edad y tipo de pelo, necesitan ser abrigados.

"En la época de frío, las razas de pelaje más corto, más pequeñas y los animales de edad más avanzada pueden sufrir con las bajas temperaturas, por lo que abrigarlos podría ayudarlos a mantener el calor corporal. Por otro lado, los animales recién nacidos no son capaces de regular de buena forma su temperatura, lo que hace imprescindible buscar alguna opción que ayude a mantenerla", detalla por su parte el médico veterinario Nicolás Escobar.

Que a un perro se le coloque algún tipo de prenda para capear el frío puede causar tanto beneficios como inconvenientes. No obstante, todo dependerá del perfil del animal.

Al respecto, Escobar, quien se desempeña como director de la carrera de medicina veterinaria de la Universidad de Las Américas, sostiene que "hay ventajas, como, por ejemplo, protección para perros con problemas de salud, como artritis o alopecia. Asimismo, los perros mayores pueden beneficiarse al mantener sus cuerpos calientes y aliviar posibles dolores. En el caso de las desventajas hay una principal, que es el sobrecalentamiento. Si se le coloca demasiada ropa o si el clima no es lo suficientemente frío puede causarles incomodidad y estrés. Otra desventaja es que ciertos materiales pueden causar alergias o irritaciones en la piel del perro, causando dermatitis o empeorando alguna que ya esté establecida".

A fin de prevenir cualquier afección en la piel, el especialista sugiere que los dueños de perros opten por ropa de algodón. También enfatiza que estos animales no deben usar las prendas todo el día, sino cuando la temperatura sea fría o ante un sistema frontal.

Ojo a la elección

Si la mascota cumple con todos los factores previamente señalados para ser abrigado, el siguiente paso es elegir la indumentaria adecuada para que sus capacidades y rutinas no se vean alteradas.

En esa línea, Ana Francisca Soto, del Colmevet, recomienda a los cuidadores que "debe ser ropa que le permita al animal desplazarse con normalidad, que no le apriete, que no le tape zonas importantes (orejas y cola) y que no sea pesada. Evitar colocarle prendas solo con fines estéticos, como lentes, gorros y zapatos".

"Ponerle o no ropa a los perros siempre es controversial. Sin embargo, esto hay que verlo de forma individual, puesto que cada can tiene sus necesidades fisiológicas y conductuales",

Ana Francisca Soto, médico veterinaria

Un estudio observacional de la Universidad de Bristol (Reino Unido), basado en el análisis de 18 parejas de perros y amos sometidos a una serie de pruebas, ha constatado cómo estos animales son capaces de "oler" el estrés de las personas y tomar malas decisiones.

La primera fase consistió en entrenar a los perros para que supieran que cuando un cuenco de comida se colocaba en un lugar, contenía una golosina, y cuando se colocaba en otro, estaba vacío. El resultado fue que cuando el can aprendía la diferencia entre las ubicaciones de los cuencos, se acercaba más rápido al lugar con la golosina que al lugar vacío.

A continuación, los expertos comprobaron la rapidez con la que el perro se acercaba a nuevos recipientes situados entre los dos originales. Una aproximación rápida reflejaba optimismo respecto a la presencia de comida en estos recipientes y por tanto un estado emocional positivo, mientras que si se acercaban de forma más lenta era por una percepción más pesimista ante la posibilidad de encontrar comida.

Una vez entrenados, los perros fueron expuestos a muestras de sudor y aliento de humanos en estado de estrés o relajación para evaluar si seguían haciendo las pruebas del mismo modo.

La actitud cambió: el olor relajado les hizo acercarse más rápido al lugar con la confianza de encontrar comida, mientras que con el olor a estrés se aproximaron lentamente a los comedores.