Agencia EFE

Blake Lively vuelve a florecer tras una primavera amarga en la que revive un ciclo de violencia patriarcal en "It Ends With Us" ("Romper el círculo"), la adaptación cinematográfica de la exitosa novela homónima de Colleen Hoover que llegó la semana pasada a las salas nacionales.

La estrella de cine estadounidense interpreta a Lily Bloom, una mujer "con la que ha sido muy fácil empatizar y fácil de entender", tanto en sus momentos álgidos como en las peores circunstancias de su vida y cuya historia merecía la pena contar, dijo en una entrevista con Agencia EFE.

La joven Lily conoce en una azotea mientras aclara sus pensamientos tras la muerte de su padre a Ryle Kincaid (Justin Baldoni), un cirujano con el que siente una palpable química, pero ambos buscan relaciones distintas.

Poco después, ambos se reencuentran cuando Lily contrata a la hermana de Ryle, Allysa (Jenny Slate), para trabajar en una floristería que abre con el dinero de su herencia.

La atracción que sienten se vuelve cada vez más fuerte mientras la joven va rememorando pasajes de su adolescencia, como los abusos de su padre hacia su madre o cuando decidió ayudar a Atlas Corrigan (Brandon Sklenar), un chico de 18 años al que su familia echó de casa y cuya amistad forjó su primera historia de amor.

Cuando Atlas reaparece en su vida por sorpresa, su relación con Ryle comienza a tambalear y Lily se da cuenta de que debe aprender a confiar en su propia fuerza para tomar una decisión imposible que determinará su futuro.

Ponerse en la piel de un personaje de novela romántica tan querido ha supuesto "una experiencia hermosa" para Lively, que cuando se adentró en el proyecto sintió que tenía muy clara la idea de cómo relatar su historia a través de la pantalla.

"Amo tanto a este personaje que, para mí, simplemente quería contar su historia. Sentí que tenía una idea muy clara de cómo quería contarla y me hubiese indignado si no la hubiese contado de la manera en que siento que la vi", admitió la actriz.

La cinta es dirigida por Justin Baldoni, quien reconoció a EFE que buscó hacer que la cinta fuera lo más leal al libro. Y es que el libro acabó emocionando al cineasta.

"Me conmovió tanto que lloré a lágrima viva y ni siquiera podía leer lo que estaba escrito en el texto del libro", confesó. Sabiendo el significado de la obra para Hoover y otras personas que "han tomado la decisión de terminar el ciclo simplemente por este libro, porque se vieron a sí mismos y a Lily, sentí que esta era una película que necesitaba hacerse y una historia que necesitaba contarse", explicó.

"Todos tenemos la capacidad de elegir algo mejor para nosotros y nuestro futuro. Todos tenemos la capacidad de poner fin a un ciclo en nuestras vidas. No importa lo que sea. Todos podemos tomar esa decisión. Va a ser una decisión muy difícil, pero una vez se toma, en el otro extremo está la libertad", sentenció.

por Yvaín Eltit, presidente Sociedad de Folclor Chileno.

El tercer período del salón chileno comenzó con la muerte del compositor y pianista Osmán Pérez Freire, la que aconteció en Madrid (España), el 2 de abril de 1930.

Esta fase se caracterizó por el florecimiento de los "Salones de medio pelo", aquellos eran espacios de sociabilidad popular donde la clase obrera y sectores medios se disponían a compartir, algunos de ellos fueron: boliches, tabernas y quintas de recreo, en San Antonio y Santiago.

Sus exponentes fueron principalmente: Antonio Alba, Carlos Pimentel, Francisco Rubí y E.J. Hermosillas; resulta difícil intentar determinar quiénes fueron los dos últimos, tanto por la nula información biográfica que tenemos, como que no hay casi personas vivas que los conocieron.

Sin embargo, podemos entregar un perfil preliminar. En la fundación de la Asociación Folklórica Chilena (hoy Sociedad de Folclor Chileno), el 3 de febrero de 1943, se conformó el grupo de "Música y coreografías pòpulares", siempre coordinado jerárquicamente por el vicepresidente de nuestra institución, el folclorólogo Oreste Plath. Uno de los miembros fundadores fue el musicólogo Carlos Lavín Acevedo, el cual actuaba como una especie de "agente musical", convocó a todos los representantes del salón para que fueran a tocar en el ciclo de veladas que la Asociación llevó a cabo en dependencias del Museo Histórico Nacional, ubicado en esa época en calle Moneda nº610 (Santiago centro).

Testigo privilegiado de estas veladas siendo un veinteañero, el historiador naval y consejero de la Sociedad de Folclor Chileno, don Isidoro Vázquez de Acuña confidencia: "Eran jornadas memorables, donde cada músico demostraba lo que sabía, era un ambiente de fraternidad y respeto mutuo. Del señor Rubí recuerdo que era moreno, con ojeras y bastante serio, don E.J. Hermosillas era más risueño, su nombre al parecer era Eduardo, pero poco se decía, él más bien tocaba guitarra, hablaba y se entendía con Lavín y Oreste".

Un catálogo inicial de obras de Hermosillas fueron: las polkas "Amelia", "Las dos hermanas"; los valses "A mi madre", "Soñando amores", "Tu dulce imagen en mi sueño vaga!", "Brisas del Malleco", "Feliz recuerdo", "No me olvides", "Amor secreto", "A orillas del Niblinto", "La porteña", "Consuelo", "Oruba", "Una inspiración" y "Muero por ti"; las mazurkas "Clarita", "Sarita", "Mi última lágrima", "Un recuerdo"; las habaneras "Un delirio de amor", "Lejos de ti…!", "Penas de amor"; "Pan y toro" (pasacalle), Frégoli (marcha), "Risueñas ilusiones" (cuadrillas).