Los fantasmas
por Yvaín Eltit, presidente Sociedad de Folclor Chileno.
Hace siglos los fantasmas son parte del imaginario colectivo. Su presencia se asocia para bien o para mal, dependiendo del pueblo respectivo.
La palabra fantasma deriva de la voz griega clásica phántasma, la cual significa aparición.
Se supone que son espíritus que no pueden descansar en paz, o derechamente ánimas que vagan en este plano sin rumbo establecido.
La literatura da cuenta que estos entes se manifiestan desde civilizaciones como sumerios y egipcios. En "La épica o el poema de Gilgamesh" (2500-2000 a.C.), donde encontramos a Enkidu, personaje mitológico formado de arcilla para combatir en los conflictos que la obra nos presenta.
En la antigua Roma un voraz incendio consumió la ciudad completa en 4 a 5 días en el año 64, episodio cruzado por contradicciones e impresiones. Lo cierto es que fue bajo el mandato del emperador Nerón, sustentado principalmente en las narraciones del historiador Gayo o Publio Cornelio Tácito. Uno de los grandes rumores de la época señaló que Nerón fue el autor intelectual del incendio, pero que había sido producto de algún delirio o posesión espectral.
Un hito es "De las cosas maravillosas", se trató de una serie de relatos que describen y precisan milagros, en los que intervienen seres de otras dimensiones. Fue escrita por el historiador Flegón de Trales, esclavo liberto del emperador Adriano (siglo II).
En la Edad Media europea, no se tenía exactitud de la creencia fantasmal. Aunque fue un período que cristalizó la idea de la muerte y el mandato divino, surgiendo un espacio intermedio entre el cielo y el infierno: el purgatorio, era según la doctrina del clero, una zona de enjuiciamiento, la persona que había muerto en gracia de Dios, necesitaba aún purificarse para alcanzar la gloria.
En Chile la situación no es muy diferente. Si miramos nuestro folclor, el estudioso Oreste Plath publicó "Geografía del mito y la leyenda chilenos" (1973), probablemente su texto más conocido. En estas páginas aborda y explica diversos pasajes de la oralidad de nuestra patria, como "Los hermanos José y Manuel" (Provincia de Antofagasta), o "La mujer vestida de blanco" (Provincia de Malleco).
Domingo Santa Cruz Wilson, compositor e intelectual, creó su ciclo "Canciones del mar" Op. 29, tuvo como telón de fondo su residencia de Isla Negra. Con música y texto de su puño y letra, la nº4 es "Balada de la animita" refleja como paisaje costero y sentimiento mortal se funden en uno solo (1955).