Elecciones para gobernadores, alcaldes y otros
Desde que cumplí la edad legal para votar y hoy, con mis 87 años cumplidos, puedo decir con orgullo ciudadano que no he faltado nunca a ninguna convocatoria para elegir a nuestras autoridades.
Quiero en la presenta contar, con todo respeto, cómo eran las elecciones de ingratos tiempos pasados y cómo fue la última elección en comento.
En las anteriores, nuestros hermanos compatriotas nos mirábamos con un notorio resquemor de distancia culposa. Sin duda como consecuencia de aquellos desgraciados e infelices hechos de todos conocidos.
Juro que no los menciono como materia de mi comentario. Sí quiero decir que noté con mucho agrado que mis respetados compatriotas concurrían con alegría, respeto y responsabilidad a emitir los diferentes sufragios de estas elecciones.
Más grato aún fue darme cuenta de una gran presencia juvenil ávida de ayudar a los adultos mayores, la mayoría con serias dificultades motrices.
Faltaron sillas de ruedas, detalle por superar en una próxima convocatoria.
El día 26 de octubre me traje conmigo dos grandes alegrías: me di cuenta de que la amistad empieza a hacer su imprescindible y valiosa aparición en los centros de votación.
La segunda alegría es que ganó mi candidato.
Hago fervientes votos porque a la amistad le den carta de eterna ciudadanía, como una herencia de convivencia para las futuras generaciones.
Eugenio Verdejo Delgado