El emotivo reencuentro de las excompañeras del Santa Teresita 40 años después de su egreso
Las exalumnas, que salieron de cuarto medio en 1984, vivieron una jornada plagada de recuerdos, nostalgia y cariño en el mismo establecimiento donde crecieron y se formaron como personas.
Las dependencias del tradicional liceo Santa Teresita de Llolleo se llenaron de risas, abrazos, bullicio y nostalgia. Un grupo de exalumnas de la generación de 1984 volvió al lugar donde vivieron sus años de estudiantes para celebrar los 40 años desde su egreso de la enseñanza media, en una ceremonia cargada de emotividad y recuerdos imborrables de la época escolar.
La jornada comenzó con una liturgia especial, liderada por diácono Waldo González, esposo de una de las exalumnas y diácono.
El patio, las salas y los pasillos del liceo, testigos silenciosos de su infancia y juventud, fueron recorridos nuevamente por las asistentes, quienes revivieron memorias de clases, risas y anécdotas, además las que estuvieron presente levantaron la mano mientras una de ellas hizo de profesora y pasó la lista.
"Recuerdo que este curso siempre tuvo una convivencia excepcional, lo que queda demostrado en este tipo de actividades donde, después de cuatro décadas, siguen unidas", comenta Flor Hernández, inspectora del colegio desde los años ochenta y una de las asistentes al esperado reencuentro de exalumnas.
Pasado y presente
Las historias compartidas durante el evento reflejaron no solo la profundidad de su amistad, sino también las aventuras vividas. Marta González recordó con emoción el gesto de una compañera durante su infancia: "Tuve hepatitis en tercero básico y no podía asistir a clases. Angelina Cantergiani llevaba un cuaderno paralelo al suyo y anotaba todo para mí, lo que me permitió repasar y no atrasarme con la materia. Ese tipo de actitudes no se ven hoy en día".
Sin embargo, no todas las memorias fueron tan serias. Una anécdota en particular mantuvo a algunas de ellas detenidas cuando, una tarde después de clases se les ocurrió tirar huevos en la Plaza de Llolleo. La broma terminó en un llamado a Carabineros. "Las más desordenadas tirábamos huevos a fin de año, y le llegó uno a una niña que nos acusó a su mamá que llegó con Carabineros. Nos subieron al furgón y estuvimos detenidas hasta que el pololo de una compañera, que era hijo del prefecto, ayudó para que nos sacaran", rememora Marta González, otra de excompañeras.
Más allá de las fronteras
Aunque algunas de ellas se han radicado en el extranjero, su vínculo con San Antonio y con el liceo Santa Teresita no ha desaparecido. Judith Latorre, quien vive en Lyon, Francia, expresó su emoción al poder asistir por primera vez al reencuentro. "Después de estar 35 años fuera del país, ha sido muy bonito reencontrarme con ellas. Tenemos un grupo de WhatsApp y sabemos todo de todas, pero nada se compara con verlas en persona. El cariño siempre está presente".
Mientras que Mariela Peredo, radicada en Los Ángeles, Estados Unidos, compartió una experiencia similar. "Aunque he vivido lejos por muchos años, cada vez que viajaba a Chile para ver a mi mamá, siempre nos reuníamos. Este grupo siempre ha sido especial, somos solidarias entre nosotras y nos apoyamos en todo momento".
Asimismo, Viviana Tobar, quien reside en Orlando, Florida, reafirmó el papel fundamental de estas amistades en su vida. "Para mí, este curso es todo. Son amigas de alma y corazón. Donde sea que estemos, siempre hay una lágrima o un recuerdo si a alguna le pasa algo. Es un grupo único que me llena de orgullo".
Homenaje
El reencuentro también fue un momento para recordar a quienes ya no están. Las excompañeras Andrea Fuentes y Patricia Muñoz, fallecidas a causa de cáncer, fueron mencionadas en la liturgia, generando un profundo silencio en la sala. "Su ausencia se siente, pero las llevamos siempre en el corazón", comentó una de las organizadoras de la mágica jornada.
Las exalumnas no solo celebraron el volver a estar juntas, sino también las lecciones de vida que aprendieron unidas. Algunas recordaron los viajes improvisados, como aquella vez que fueron hasta Longovilo en la micro de Carabineros, que en esos años se podía pedir prestada; y las protestas silenciosas que organizaron en su época escolar. A pesar de no haber tenido una gira de estudios formal, vivieron momentos que quedaron grabados para siempre en sus memorias.
Amistad que perdura
El reencuentro fue organizado por Marta González, Angelina Cantergiani, Lina Ponce, Eugenia tapia y Ana Oliveros, quienes se aseguraron de que todo estuviera a la altura de los recuerdos.
"Empezamos en kínder en 1972, éramos bulliciosas y conversadoras, pero siempre buenas personas. Hoy, cuarenta años después, seguimos igual de unidas", señaló una de las asistentes.
Para algunas, la fe y los valores aprendidos en el colegio han sido una guía a lo largo de sus vidas. "Gracias a mi formación en un colegio católico, hoy soy carmelita laica. Rezo el rosario y me dedico a los demás. Es algo que valoro profundamente, y estoy segura de que nuestras bases se formaron aquí, junto a mis compañeras", expresó Viviana Tobar con nostalgia y orgullo.
El evento finalizó con abrazos y promesas de nuevos encuentros. Aunque algunas tomarán aviones para regresar a sus hogares en Francia o Estados Unidos, el grupo de WhatsApp seguirá activo, como un puente que las conecta más allá de las distancias y las fronteras.
La generación 84 del liceo Santa Teresita de Llolleo no solo es un grupo de excompañeras, es un testimonio de que las amistades verdaderas pueden superar el tiempo, las fronteras y las adversidades. En cada risa compartida y en cada lágrima derramada, quedó claro que los lazos que las unen son tan fuertes hoy como lo fueron hace 40 años.
"Recuerdo que este curso siempre tuvo una convivencia excepcional, lo que queda demostrado en este tipo de actividades donde, después de cuatro décadas, siguen unidas",
Flor Hernández,, inspectora del Santa Teresita desde los años 80
"Para mí, este curso es todo. Son amigas de alma y corazón. Donde sea que estemos, siempre hay una lágrima o un recuerdo si a alguna le pasa algo",
Viviana Tobar
"Aunque he vivido lejos (en Los Ángeles, Estados Unidos) por muchos años, cada vez que viajaba a Chile para ver a mi mamá, siempre nos reuníamos. Este grupo siempre ha sido especial, somos solidarias entre nosotras y nos apoyamos en todo momento",
Mariela Peredo,, egresada generación de 1984