Generación 1964 del liceo Fiscal se reunió para celebrar 60 años de egreso
Una veintena de exalumnos se reunió en dependencias del establecimiento para revivir recuerdos de los años como escolares.
Noviembre es tradicionalmente el mes de las titulaciones, licenciaturas y egresos de la enseñanza escolar. Por lo mismo, los exalumnos de la generación 1964 del emblemático liceo Fiscal, hoy Juan Dante Parraguez, decidieron reunirse este mes para celebrar los 60 años del egreso de lo que en esos años era sexto de Humanidades, actualmente cuarto medio.
El reencuentro comenzó, entre abrazos, recuerdos y rostros marcados por los años, con un recorrido por las dependencias del liceo, hoy renovado, pero aún cargado de historias.
La magia de la amistad siguió fluyendo intacta a lo largo del tiempo y se vio reflejada cuando, en el patio, los antiguos compañeros posaron para una fotografía grupal, inmortalizando el momento que capturaba décadas de cariño. Luego, en una sala de clases, corearon el himno del liceo, volviendo por un instante a su adolescencia. La celebración continuó con un almuerzo de camaradería en el restaurant Mirador del Pacífico en calle 21 de Mayo 608, donde las anécdotas y vivencias fluyeron con naturalidad.
"Todos los años nos reunimos, pero esta vez fue especial porque cumplimos seis décadas desde que salimos del colegio. Seguimos siendo muy buenos amigos, nos reunimos los exalumnos del A y B. Antes nos organizábamos por teléfono, ahora gracias a un grupo de WhatsApp, estamos más conectados que nunca, siempre compartiendo nuestras historias y apoyándonos mutuamente", comentó Hernán Guerra, el organizador del evento.
Mientras que Guillermo Adriazola, con la mirada nostálgica y una sonrisa cálida, expresó lo que muchos sienten: "este grupo ha perdurado a lo largo de seis décadas. Cada año nos encontramos, y aunque ya solo quedamos 25, la emoción de vernos no disminuye. Vienen compañeros de Santiago, de provincias e incluso de Perú. Hoy celebramos no solo un aniversario, sino toda una vida compartida."
Un viaje al pasado
Hernán Guerra, con una energía que desborda nostalgia, recordó la gira de estudios del 64. "Fuimos hasta Puerto Montt en una micro que pertenecía al papá de una compañera. Hicimos escalas en Chillán, Temuco y Valdivia. Nos alojábamos en residenciales, internados y en el regimiento los hombres. En Puerto Montt, recuerdo que cruzamos a Angelmó. Fue una aventura única y cada uno gestionaba su ración diaria de dinero que habíamos juntado durante mucho tiempo con ayuda del profesor. Lo que más recuerdo es el respeto y compañerismo que había; nuestras compañeras eran como hermanas para nosotros".
La gira, un sueño hecho realidad, fue organizada con esfuerzo y creatividad y "esos pequeños gestos perduran en la memoria" señaló Cristina Ahumada que, como siempre muy detallista, quiso revivir ese espíritu de unión y como un gesto simbólico, preparó chapitas de regalo con la insignia de la época del liceo, como recuerdo de esta significativa reunión. "Quise aportar algo especial para conmemorar estos 60 años. Esas pequeñas cosas son las que perduran en la memoria", expresó con emoción.
La complicidad de la juventud y las risas volvieron al rememorar anécdotas inolvidables, como que Héctor Lays siempre llegaba atrasado a clases, a pesar de vivir a un par de cuadras del liceo en calle Barros Luco.
Vida después del liceo
La generación de 1964 marcó un precedente. En una época sin preuniversitarios, la mayoría logró acceder a la universidad gracias a la sólida formación del liceo.
"Nos dieron las herramientas necesarias, no solo para estudiar sino para enfrentar el mundo con confianza y determinación", señaló Cristina Ahumada.
"El profesor Juan Dante Parraguez nos hizo castellano y dejó una huella profunda en todos sus alumnos", agrega Hernán Guerra al recordar su exigencia de leer un libro semanal que "no solo forjó lectores, sino mentes críticas y curiosas. Ese hábito perduró en muchos de nosotros", aseguró.
Con el tiempo, varios compañeros construyeron sus vidas lejos de San Antonio, algunos por estudios, otros porque se casaron y formaron familia en otras ciudades, pero muchos también regresan cada año para reunirse y recordar.
Los que partieron
El grupo también guarda un espacio para quienes ya no están. Han perdido a 15 compañeros, fallecidos por distintas causas, pero su recuerdo vive en las conversaciones y en los momentos compartidos. Nombres como el de Ulises Espinoza, árbitro de fútbol y amigo entrañable, son mencionados con cariño y admiración.
"Siempre los recordamos con alegría", dice Héctor Lays, "porque fueron parte de nuestra historia de juventud".
Tradición que perdura
Para Hernán Guerra, estas reuniones son mucho más que un ritual. "Es hermoso ver cómo, a pesar del tiempo y la distancia, seguimos siendo esos niños con los mismos sueños y desafíos. Hoy celebramos la vida y la amistad", dijo.
El grupo de WhatsApp, activo durante todo el año, mantiene vivo el espíritu de compañerismo. Allí comparten vivencias, recuerdos, noticias y planean el próximo encuentro.
Cristina Ahumada lo resume con claridad: "no importa cuánto tiempo pase ni cuántos kilómetros nos separen. Cada vez que nos encontramos, es como si volviéramos a ser esos jóvenes en el liceo, soñando con cambiar el mundo".
Legado eterno
Cuando el almuerzo llega a su fin, y las luces del puerto comienzan a brillar a la distancia, los antiguos compañeros se despiden con la promesa de volver a reunirse el próximo año. La jornada ha sido un viaje al pasado, un recordatorio de que las conexiones entre amigos, cuando son genuinas, pueden resistir las pruebas del tiempo.