No es extraño pensar que más de alguno de los problemas de nuestro día a día son por la mala comunicación entre dos o más personas. Quizás escogimos mal una palabra, el tono o el volumen de la voz, y ellos expresaron más que las propias palabras. Incluso, puede ser que el momento en que lo dijimos no fuera el mejor. Si lo pensamos así, es fácil cometer algún error que cambie el mensaje o genere otra interpretación.
¿Será fácil remediar un error de comunicación? Se requiere al menos de la intención de uno de los involucrados y la voluntad del otro para reescuchar o releer el mensaje. Si alguna de las ideas recién leídas le hizo pensar en una situación donde dos personas sanas no se entendían, imagine ahora a un niño que no puede armar una oración completa, una adolescente que no produce correctamente algunas letras, una profesora con disfonía persistente, un ejecutivo con pérdida auditiva y una persona mayor con algún daño cerebral. No tomará mucho tiempo imaginar el impacto que estos problemas de comunicación tienen en su calidad de vida.
Para todos los desafíos comunicativos que puedan imaginar, los fonoaudiólogos tienen como misión detectar estos problemas, sus causas e impacto en la vida de las personas. Desde allí, generan planes de tratamiento junto a sus usuarios y establecen metas alcanzables para mejorar alguno o todos los aspectos de la comunicación. Obviamente, hacerlo es mucho más complejo que escribirlo.
La Fonoaudiología lleva 51 años en nuestro país y cada 22 de noviembre se conmemora la reapertura de la carrera universitaria en Chile. Esta joven profesión tiene como desafío acoplarse a los cambios sociosanitarios y educativos de la población para aportar al bienestar de las personas, sus familias y ser promotora de una sana comunicación en cada comunidad, escuela y centro de salud.
Camilo Vargas
director carrera de Fonoaudiología
Universidad de las Américas