El investigador sanantonino que rescató una joya del cine
El periodista Jaime Córdova rememora su imborrable conexión con la comuna puerto, con los cines que desaparecieron en el tiempo y con los personajes que lo influyeron.
Estas últimas semanas no han sido habituales para Jaime Córdova Ortega (51), sanantonino, periodista, y director del Festival Internacional de Cine Recobrado de Valparaíso. Lo que le ha ocurrido es una excepción, pero un sueño a la vez: ha recuperado 40 minutos de la película "La Gota Escarlata", dirigida por John Ford, y que se creía totalmente perdida. Por poco, esta histórica filmación casi acaba en la destrucción definitiva.
Su hazaña provocó que la película regresara a la vida y se reestrenara en septiembre pasado. Su descubrimiento ha generado una verdadera ola de interés en medios de comunicación internacionales y nacionales, quienes lo han entrevistado para saber detalles de cómo rescató este material dirigido por una leyenda del séptimo arte, y exhibida por primera vez en 1918.
Sin embargo, su pasión por el cine no nació de la nada. Esta tiene raíces profundas en San Antonio y sus cines desaparecidos. Fue en el Cine Rex de Llolleo, llevado por sus abuelos, donde vivió su primera experiencia frente a la pantalla, un recuerdo imborrable junto con los nombres de quienes le enseñaron los secretos de la cabina de proyección.
En esta oportunidad, Jaime recordó una vez más su hazaña que lo tiene como rescatista de una obra invaluable, pero además, repasó desde la distancia del tiempo, su vínculo con esta provincia que le enseñó el cine y su técnica.
-¿Cómo se produce el rescate de la película?
-Me dieron un teléfono de una persona que necesitaba deshacerse de un rollo de película que le habían regalado, porque el lugar donde estaban, que era una bodeguita ahí en Providencia, en Santiago, iba a ser demolida el 4 de enero del 2023. Por lo tanto, me comunico con esta persona el 26 de diciembre del 2023, y el 28 de diciembre lo voy a ver para establecer qué cantidad de material había y ver la forma de trasladarlo desde Santiago a la quinta región. Y eso se produce el día 3 de enero, un día antes que el material tuviese que irse a la basura. Después de hacer una revisión, se procede a ordenar, catalogar y armar las películas. Y se encuentran cuatro rollos de un western que no traían títulos, no traían créditos, y se establece que pertenecen a la misma película. Y finalmente, cuando empiezo a revisar el material con detención, con calma, encuentro en las imágenes a un actor típico del western de los años 10 y 20, llamado Harry Carey. Después encuentro unas escenas con Abraham Lincoln, y veo otras escenas donde aparece un personaje en el umbral de una puerta, y eso me remite inmediatamente al estilo visual y a las temáticas del director John Ford. Empiezo a investigar y me doy cuenta que se trata de la película "La Gota Escarlata".
-Es casi un sueño hecho realidad…
-Exactamente, sí. Pasa una sola vez en la vida.
-¿Cómo recuerda sus inicios en los cines de San Antonio?
-A ver, mis abuelos me llevan por primera vez al Cine Rex, en Llolleo, un cine que ya no existe. A los cuatro años de edad me llevan a ver películas, y de ahí se produce todo este enamoramiento del cine hasta el día de hoy. Y antes de eso tengo que pedirle, por favor, que consigne en la entrevista que quiero agradecer a la gente que me ayudó, que me dio la posibilidad de seguir con esto, me inspiró en el camino y que son el operador que trabajaba en el Cine Rex, y en el Cine Moderno de Barrancas, que se llamaba Eduardo Carrión Tapia, fallecido. Él me enseñó a proyectar las películas en el cine. Patricio Iturrieta Calderón, quien fue por años encargado del área audiovisual del Departamento de Cultura del municipio de San Antonio, y su papá, Mario Iturrieta, era operador y administrador del Teatro Moderno de Barrancas. Y los operadores que trabajaban ahí, los hermanos Ernesto y Julio, no recuerdo el apellido, pero de ellos tengo los más bellos recuerdos, pequeñitos, de haberlos visto trabajando en la oscuridad de la caseta de proyección y haberme regalado pedazos de película. Gracias a ellos he seguido este camino de la recuperación, restauración, conservación, investigación, divulgación y publicación acerca de la historia del cine.
-¿Qué película recuerda ver en San Antonio?
-Bambi, la de Walt Disney.
-¿Y lo sorprendió?
-Claro, porque llegamos tarde al cine, la película ya había comenzado y llegamos a la escena del incendio del bosque, cuando se están quemando los animales y está la mamá de Bambi, después muere la mamá de Bambi. Y la pantalla enorme, la sala oscura para un cabro chico de tres años, eso es impactante. Evidentemente salí rápido de ahí, me dio miedo. Pero en la sala de descanso del teatro, cuando escucho que la música cambia, se vuelve una música mucho más amable, más alegre. Mis abuelos me convencen que entre de a poquito y vea la película. Claro, la dimensión de la pantalla, de la imagen, la violencia de la imagen me asustó, pero poco a poco me fui asomando hasta que me senté en una butaca, al final de la salida, me fui quedando y me gustó.
-¿Cómo se acercó a esos sanantoninos que lo influyeron?
- De patudo. Como me gustaba ver películas, y ver las máquinas funcionando y los rollos de películas, me acercaba a la caseta. A veces no me pescaban, y otras me daban pedacitos, rollitos de películas. Patricio Iturrieta siempre traía películas de embajadas de Alemania, Francia, Canadá, y cuando veía pedacitos que estaban malos, los cortaba y me los regalaba. Aún tengo esos pedacitos de película en 16 milímetros, los atesoro mucho. Él me mostraba las máquinas y me enseñó a ir a arreglar películas, a hacer pegaduras, ese fue mi aprendizaje. Y cuando yo estaba como en primero medio, me hice cercano al operador Eduardo Carrión, y él aceptó que yo fuera todas las tardes a aprender a proyectar películas, me convirtió en su ayudante. Entonces salía de clases, primero medio, y esto duró hasta cuarto medio, y me iba todas las tardes al cine, ya fuera a Barrancas o Llolleo, donde él estuviera trabajando, y aprendí a cambiar los carbones de arco voltaico, cargar la máquina, hacer pegaduras, revisar las películas, darlas vueltas, dejarlas listas para la proyección, proyectar las películas.
¿Recuerda algún momento tenso en una proyección?
-Estábamos proyectando la película Los Intocables con Kevin Costner, y justo en la parte cuando le disparan a Sean Connery, casi al final de la película, a mí se me apagan los carbones de arco voltaico, que eran dos tubos metálicos, que son como los carbones para hacer soldadura al arco. Tienen que estar relativamente juntos, positivo y negativo, para que aparezca una chispa, una llama, porque con esa llama, con fuego, se proyectaba la película. Y yo preocupado que se viera bien la imagen, con harta luz, se me pegan los carbones y se apagan. Y toda la gente escuchó los balazos y los gritos, pero nadie vio nada, porque se apagaron los carbones.
-Usted se retira cuando finaliza su enseñanza media...
-Tengo que irme a estudiar a Santiago, viajo todos los días, pero algunos fines de semana los iba a ver. Evidentemente, traté de no cortar el hilo, pero ya el ritmo frenético de viajar todos los días, estudiar, preparar los exámenes, yo estudiaba derecho en ese momento, me hizo difícil seguir estando ahí, operando y viendo las películas.
-¿Qué opina que hoy esos lugares ya no existan?
-Una pena tremenda. Muchas veces tengo un sueño recurrente, que estoy en el Cine Rex, o estoy en el Cine de Barrancas, en el Teatro Moderno, viendo películas. Sueño con esos espacios, sueño con esa sala. El Cine Rex cierra a fines de la década del 90. Titanic es una de las últimas películas que se proyectan en Llolleo, pero aún así no es suficiente para que la gente siga yendo, porque mantener una sala de cine es un gasto, hay que pagarle al personal, arrendar las películas, pagar el arriendo de las películas, y para eso la gente debe ir a verlas. Por ahí, en el año 98, 99, probablemente, se cierra el Cine Rex, también el Teatro Moderno, casi a la par. Desde ahí que no hay cine en San Antonio, es triste la historia.
-¿Ha regresado a San Antonio?
-Sí, he ido algunas veces a dar unas vueltas. Es un viaje más que nada sentimental. Tengo a mis seres queridos, a mi madre sepultada allá, a mi abuelo. Cuando paso por ahí lo hago con una melancolía, una pena tremenda, y una nostalgia, porque esa época no va a volver, y esos lugares probablemente no van a ser recuperados, a pesar que los edificios están. Pero sería maravilloso que algún empresario, alguien de buen corazón, pudiese invertir dinero para rescatar esos lugares y poder proyectar, porque las salas de cine son templos, y esos templos están abandonados.
-Es difícil abandonar esos espacios de la infancia…
-Cada vez que tenemos el Festival y la máquina empieza a dar vueltas y proyectamos, y la sala está llena, por supuesto que lo hago en nombre del Teatro Moderno y del Cine Rex de Llolleo. O sea, los llevo en el corazón. Estoy, de alguna forma, consciente o inconscientemente recreando esos momentos de la infancia, de la adolescencia, y volviendo a vivir en esos espacios. Eso es mi vida.
"Mis abuelos me llevan por primera vez al Cine Rex, en Llolleo (...). A los cuatro años de edad me llevan a ver películas, y de ahí se produce todo este enamoramiento del cine hasta el día de hoy",
Jaime Córdova
"Muchas veces tengo un sueño recurrente, que estoy en el Cine Rex, o estoy en el Cine de Barrancas, en el Teatro Moderno, viendo películas".
"Sería maravilloso que algún empresario, alguien de buen corazón, pudiese invertir dinero para rescatar esos lugares y poder proyectar, porque las salas de cine son templos, y esos templos están abandonados",
Jaime Córdova