El ingeniero que cambió su profesión por el arte de fabricar muebles
Tras 17 años trabajando en el área de la informática, Felipe Ramírez hizo un giro radical en su vida para dedicarse a su verdadera pasión en su casa taller del sector Puente Arévalo.
En un tranquilo pasaje de la calle Centenario, a pocos metros del puente Arévalo, Felipe Ramírez Farías, de 37 años, ha convertido una parte de su hogar en un taller de mueblería donde el trabajo y la vida cotidiana coexisten en perfecta armonía. Rodeado de plantas y la fiel compañía de varios perros, el espacio refleja una fusión natural entre su oficio y la rutina familiar.
Sin embargo, el taller no es cualquier lugar. En su interior alberga un emprendimiento que combina la manualidad más precisa y la pasión de los artistas que saben que están haciendo algo singular. Se trata de "La Beta" (@labeta.taller), una mueblería de diseños únicos forjados con madera de alta calidad como la lenga, el pino, el roble, entre otras.
Pero llegar hasta aquí no fue fácil. La historia de Felipe tuvo que atravesar todo un camino de dudas, pandemia, pérdidas familiares, cambios de ciudad y trabajo. De hecho, debió adquirir un estilo de vida diferente al generado como ingeniero informático en Santiago. Pero en él no hay arrepentimientos: todo lo que se ha ganado es lo que siempre quiso, y eso es tiempo y libertad, familia y tranquilidad.
Inicios
Felipe nació en San Antonio y su padre era pescador artesanal. Su infancia la recuerda vinculada a la bicicleta y frente al computador de un amigo que tenía acceso a internet. "Yo quería estudiar robótica primero. Afortunadamente no estudié eso y estudié informática. Me compré un computador y me fui a Santiago a estudiar", rememora.
Además de la pesca, su padre, Arturo Ramírez, construía trabajos de madera que vendía en el paseo Bellamar. Para Felipe, este fue su primer acercamiento con el oficio que hoy practica, la mueblería. "De chico él me enseñó a usar algunas herramientas. Pero nunca me metí tanto. No, no me gustaba tanto el tema de la madera, pero después me dije esto es lo mío".
Llegar a esa conclusión tomó 17 años de carrera como informático, una parte de ellos en Santiago. Durante ese tiempo, su vida avanzó a un ritmo vertiginoso: formó una familia, cambió de trabajo en tres ocasiones y nunca enfrentó la cesantía. A la vez, compraba herramientas que usaba para sus trabajos hogareños, y cada tanto algún cercano que sabía de su talento, le encargaba la construcción de un mueble.
"Un día en Santiago para mí era más o menos así: yo vivía en el centro, en un departamento, algo así como un gueto vertical, esas cosas que construyen allá. Me iba en metro, entraba a las 9 de la mañana a mi trabajo, en la comuna de Providencia. Y llegaba a la casa a las 19.30, y a esa hora había que intentar hacer algo con los niños, ir a una plaza. Pero no se puede porque ya es tarde. Y al otro día, de nuevo lo mismo, y 17 años haciendo lo mismo aburre un poco", admite.
A pesar de la monotonía de la rutina, la vida se tornaba relativamente resuelta entre el ir y venir de la capital.
Quiebre
La rutina laboral de Felipe como informático cambió drásticamente cuando el ambiente en la oficina se comenzó a tensar. La llegada de la pandemia y las cuarentenas impusieron el teletrabajo, sumando presión a una situación ya compleja. La muerte de su padre empeoró las cosas, y un diagnóstico de autismo lo sorprendió en su vida.
"Yo tuve unos episodios de crisis muy raros que nunca me habían pasado porque yo trabajaba acá en la casa, remoto. Hubo unos días en que yo no me quería sentar en el computador, y eso me dio mucho miedo porque a mí me gustaba. Y le dije a mi pareja: 'no sé qué me pasa, pero no quiero ver el computador, no me quiero acercar'", relata.
Junto a su pareja, Felipe pasó días reflexionando sobre su futuro hasta que la idea de crear una mueblería de calidad tomó forma. "Yo pensaba en esos momentos: necesito calmarme, o sea, no quiero caer en una depresión ni nada de eso, no puedo. O sea, tengo una familia, tengo que calmarme. Y en ese periodo de calma, en que yo estaba con licencia, empezamos con esto".
"La Beta"
Así entonces, la mueblería "La Beta" se fundó el año 2023 en el hogar de Felipe y su familia, en San Antonio. Desde un principio, su prioridad fue realizar trabajos únicos y diferentes a los que ofrece el mercado tradicional. Él no quería depender de un stock, sino que cada producto surgiera según los gustos del cliente, y los consejos del maestro.
"Cuando a mí me piden muebles, al cliente lo hago partícipe de la construcción de su mueble. Tú lo haces participar, por ejemplo, en la selección del color y en todo, y así, hasta la entrega. Yo creo que eso le ha gustado a toda la gente a la que yo le he fabricado muebles. Yo he entregado muebles en Viña, en Santiago, acá en San Antonio. Ese es el sello que yo quiero", asegura.
Para pasar de ser ingeniero informático en una oficina a un mueblista, Felipe requirió de un proceso de aprendizaje que fue forjando poco a poco, a medida que los encargos fueron llegando a su taller, y por medio del contacto con otras mueblerías en redes sociales para transferencia de conocimiento.
"Yo cuando ingresé a hacer esto de los muebles, era algo nuevo para mí. El tema de la informática me tenía aburrido porque yo veía que no estaba avanzando, no estaba aprendiendo cosas nuevas. En cambio ahora estoy aprendiendo constantemente. Estoy mirando lo que hace otra gente, estoy mirando para afuera. Miro técnicas, es todo un proceso", confiesa.
"La Beta" ofrece en su catálogo de redes sociales todo tipo de muebles y trabajos de madera de alta calidad a pedido. Por ejemplo, muebles tipo "rack" para el living, portasombreros de pino alistonado, escaleras abatibles en lenga y cocinas coloniales de pino. Para este último proyecto, Felipe trabajó en partes y alrededor de un mes para su construcción.
A pesar de los avances, no ha sido fácil llegar hasta el presente, pues no han faltado los momentos difíciles propios de quienes deciden construir su camino a su manera. "Los emprendimientos parten abajo y después empiezan a subir. Cuando iniciamos esto dije: veamos cuánto va a ser ese tiempo, si lo podemos aguantar. La mayoría de los emprendimientos muere por el tema de no tener una espalda para soportar todo ese periodo. Yo creo que si bien no estoy arriba, sospecho que lo peor ya lo pasé".
Metas y proyecciones
Felipe, al final de la entrevista, hace pausas cuando se le pregunta sobre el futuro de su vida y su trabajo. Reflexiona sobre dos dimensiones que considera fundamentales: la material, ligada al crecimiento de su mueblería; y la personal, centrada en su bienestar y el de su familia, elementos que define como esenciales para alcanzar la felicidad y la tranquilidad.
Sobre lo primero, espera seguir creciendo y ser conocido a nivel local y regional por su trabajo de muebles de alta calidad. "Me gustaría crecer, crecer, y hacer que la marca sea conocida por lo menos en toda la quinta región y en Santiago, donde están los clientes más cercanos que tengo. Por ahora, quiero trabajar para ver cómo me va a ir en el futuro y en qué se va a transformar", asevera.
Su segunda prioridad está ligada con su bienestar y el de su familia, aspectos que lo han movido en todos estos años. "Creo que es muy importante el tema de ser feliz, es muy, muy importante. Yo cuando estuve en esta crisis, me di cuenta lo importante que es que tú te sientas bien, muy bien haciendo lo que a ti te gusta. No importa lo que sea, da lo mismo, pero que te sientas bien, que te sientas cómodo en todo sentido. Lo que yo espero es estar tranquilo y contento con lo que estoy haciendo", subraya.
"Ya no tengo esas ideas que tenía cuando estaba estudiando, o cuando estaba empezando a trabajar recién, que son ideas que te mete la sociedad. Muchas veces te ponen presión. Yo ya tengo las cosas relativamente claras, entonces no voy por ese camino, yo voy por la felicidad. Creo que es muy importante para las personas ser felices, es muy importante", concluye Felipe.
"Ya no tengo esas ideas que tenía cuando estaba estudiando, o cuando estaba empezando a trabajar recién, que son ideas que te mete la sociedad. Muchas veces te ponen presión. Yo ya tengo las cosas relativamente claras, entonces no voy por ese camino, yo voy por la felicidad",
Felipe Ramírez