El Viejo Pascuero que se convirtió en un noble guardián de la magia navideña
Conversamos con el hombre que decidió mantener encendida la ilusión de cientos de niños que, con ojos brillantes, aún creen en el milagro navideño.
En el bullicio del centro comercial más concurrido de San Antonio, un hombre de barba blanca y traje rojo se convierte por estos días en el epicentro de sonrisas, miradas de asombro y los sueños más puros de cientos de niños. Su nombre es Boris Peredo Campos, de 58 años, pero durante los días de diciembre no hay quien lo llame así. Para todos, él es el Viejo Pascuero y así lo vamos a mantener en esta crónica.
Por segundo año consecutivo, Boris, vecino de la calle Lumaco en la población Colinas del Mar, ha asumido el desafío de dar vida a este entrañable personaje. "Es una carga energética impresionante. Todo el cariño de los niños y niñas, sus ojos cuando te miran con esa cara de "sí, me va a cumplir el sueño" son impagables. No tiene precio, más allá de lo formal este es un trabajo muy bonito, que me gusta mucho hacer y que quiero mantener".
Boris llegó al papel de ayudante oficial del Viejito Pascuero casi por azar. Cuenta que "en una conversación con la productora que organiza las actividades navideñas, alguien sugirió: "¿Por qué no te dejas crecer la barba?". Lo hice, y al poco tiempo estaba probándome el traje que diseñado a medida por una costurera de Bellavista. Yo quería que el traje tuviera la magia que merece el Viejo Pascuero, no algo genérico de tienda, tenía que ser un traje especial para un trabajo especial", cuenta con orgullo.
Pero lo que realmente hace especial a este ayudante del Pascuero no es el traje, sino su compromiso con la ilusión. Él entiende que ser el Viejo Pascuero no es solo posar para fotos; es mantener viva la chispa de la Navidad en una época donde, como él dice, "los niños están tan absortos en la tecnología que cuesta mucho recuperar esa magia y tenemos que recuperarla, de alguna manera tenemos que defender la inocencia y la magia de creer en el Viejito Pascuero".
Esa magia de la que habla este sanantonino la vive a diario, aunque a veces la emoción lo desborda. "El primer día que estuve este año, una señora me hizo llorar. Me contó sobre su infancia, lo difícil que había sido y cómo la Navidad había significado tanto para ella. Ahí te das cuenta de que no es solo un disfraz, un atuendo, porque usar este traje es un símbolo de esperanza".
Boris también tiene claro que no todos los padres pueden costear las fotos con el Pascuero. Por eso, se asegura de saludar, sonreír y conectar con cada niño que lo llama. "Si un niño se va sin que le haga un gesto, se va desilusionado. Eso no lo puedo permitir, por eso trato de estar pendiente de todos, conectar con los niños, escucharlos, responder sus miradas, sus saludos, trato que no se me pase ninguno y por lo mismo los invito a que vengan a saludarme. No importa si no tiene plata para comprar una foto, vengan a entregarme sus cartas, a darme la mano, a contarme sus sueños", dice este Viejo Pascuero local que quiere salir de los cánones abusivamente comerciales de la fecha.
Detalle Mágico
Incluso ha ideado un pequeño detalle mágico: entrega a los padres una moneda especial para que la coloquen junto a los regalos y les digan a sus hijos que el Viejo Pascuero pasó por su casa. "Es una cosa en la que estuve pensando porque la idea es fortalecer la idea de la magia en los niños, entonces si junto a los regalos está la moneda especial del Viejo Pascuero, significa que pasé por esa casa y eso hará más linda la ilusión de los niños. Es un pequeño detalle, pero creo que tratándose de los sueños de los niños, de la alegría que sienten, todo suma para que la magia de la Navidad no se pierda", dice con un tono de indiscutible Viejo Pascuero que emociona.
-¿Qué mensaje le dejamos a la gente de San Antonio en esta Navidad?
-El Viejo Pascuero puede cambiar, el color de su traje, la barba, los ojos, pero lo realmente importante es que los niños sigan creyendo. Quiero pedirles con mucha humildad que no perdamos la magia de la Navidad. Esa ilusión es un regalo que todos tenemos que cuidar porque es un regalo que no tiene precio".
El sanantonino responde con la misma pasión que pone en su personaje, porque al final día tras día, este hombre no solo lleva un traje rojo; lleva en su pecho el espíritu de la Navidad. En un rincón de San Antonio, mientras los niños saltan de alegría y los adultos recuperan por un instante su infancia, el Viejo Pascuero sigue demostrando que, incluso en pleno siglo XXI, la verdadera magia está en creer.
"Cuesta mucho recuperar esa magia y tenemos que recuperarla de alguna manera tenemos que defender la inocencia y la magia de creer en el Viejito Pascuero".
"Quiero pedirles con mucha humildad que no perdamos la magia de la Navidad. Esa ilusión es un regalo que todos tenemos que cuidar",
Boris Peredo.