La historias de vida de la mujer detrás de la olla común que sigue de pie
Experiencias de todo tipo han marcado a Noelia Silva, quien se ha hecho conocida en gran parte de la comuna de San Antonio por liderar distintas iniciativas solidarias.
Noelia Silva Saavedra, de 51 años, se ha convertido en un rostro conocido y querido en la ciudad de San Antonio. Madre de cuatro hijos y vecina del sector de cerro Alegre, esta mujer se ha ganado la confianza de su comunidad a través de una iniciativa solidaria que impulsa cada fin de semana: una olla común que instala en su hogar para alimentar a quienes más lo necesitan.
Cada sábado y domingo decenas de personas se acercan a su casa, no solo en busca de un plato caliente, sino también de una palabra de aliento y compañía. Noelia no solo cocina, sino que escucha y aconseja, creando un ambiente de confianza y esperanza. Y no solo eso: también forma parte del comité habitacional Vida Nueva, de la comparsa Cerro Alegre, y es presidenta de la feria de las pulgas.
La vida de Noelia no ha estado exenta de dificultades. Ha enfrentado múltiples obstáculos y desafíos para llegar a donde está hoy: enfermedades y rehabilitaciones postoperatorias, estudios y retos comunitarios. Sin embargo, esas mil batallas la han fortalecido y le han dado la determinación para seguir adelante.
Con una sonrisa siempre presente, esta sanantonina sueña con continuar su iniciativa solidaria para llegar a más personas. Su historia es un recordatorio del impacto positivo que una sola persona puede tener en la vida de los demás. Para muchos, Noelia es más que una vecina, es un ejemplo de cómo la solidaridad y el compromiso pueden transformar una comunidad.
Origen
Noelia nació en San Antonio al interior de una familia de mucho sacrificio, humildad y solidaridad con su entorno. "Yo soy de cerro Alegre, toda la vida hemos vivido en la población Santa Laura. Mi mamá fue una mujer de mucho sacrificio, muy solidaria dentro de lo que ella podía, porque en ese tiempo era más difícil lo relacionado con la comida. Soy la menor de cuatro hermanos. Mi papá fue pescador toda la vida. Mi papá se llama Isidro Silva, conocido en la caleta como Don Chilo".
Al hablar de su infancia, recordó que los vecinos decían que su madre siempre estaba "con el coleto o la carretilla construyendo su casa porque en ese tiempo no había plata para los maestros. Me cuentan los vecinos que era aperrada".
Mamá a los 17
A los 17 años Noelia se convirtió en mamá, etapa que califica como "compleja porque terminé cuarto medio con la guagua, salí con diploma. Y en ese tiempo era difícil que todas pudieran salir con diploma. Yo me acuerdo que terminé cuarto medio en el Instituto Ercilla, que fue el único que me recibió a pesar de estar embarazada. Se agradece, saqué mi cuarto medio".
Tiempo después, se dedicó a estudiar Técnico en Enfermería de Nivel Superior en la Universidad del Mar con una beca de Prodemu. Debido a problemas administrativos vinculados con esta casa universitaria, sus estudios continuaron en la Universidad Católica Silva Henríquez, en Santiago. "Fue un tremendo sacrificio porque lo que más costaba era dejar a la familia. Recuerdo que mandaba a mis hijos al colegio muy temprano a jornada completa, sino me equivoco, y trataba de llegar a la hora que ellos salían. Me iba todos los días a Santiago a las 6 de la mañana, y viajaba tres o cuatro veces por semana", relata.
"Yo hubiera querido estudiar siempre asistencia social, pero no importa. Estudié esto otro porque igual tiene que ver con el tema social, porque igual ayudas, paras la oreja. No lo ejerzo porque me operé de la columna, y ya no puedo tomar a los pacientes. Hay ciertas cosas como el equilibrio que no van conmigo, pero no por eso nos quedamos ahí. Yo hago muchas cosas", reconoce con orgullo.
Operación
El 2016 fue un año complejo para Noelia, pues atravesó uno de los momentos más difíciles de su vida al sufrir complicaciones en su columna, específicamente en la cauda equina. "El síndrome de cauda equina, o cola de caballo, es una hernia en tu columna. Yo siempre tuve hernias en mi columna, que te dolían, después te pinchabas e ibas al médico. Pero esto es cuando la hernia sobrepasa la vértebra como una palta y aplasta el nervio asiático", aclara.
"Era como si me partieran, literalmente, con un hacha la espalda. Era un dolor insoportable. Esto fue un viernes, y con los relajantes aguanté el fin de semana. El lunes, a primera hora de la mañana, fui a Valparaíso, recostada en el asiento de atrás porque no podía sentarme. Y cuando llegué allá estuve en silla de ruedas porque no podía caminar. El doctor vio la resonancia y nada que decir. Me subieron altiro a pabellón", rememora.
Estuvo 36 horas en esta situación, por lo que fue ingresada de urgencia para ser operada. "Tú tienes 24 horas para operarte, sino te operas, quedas inválida. Yo llegué a las 36 horas, por eso el doctor me dijo: 'pucha, vamos a tener que hacer un milagro', y de verdad lo hizo. Me tuve que operar la primera vez, la sacó, desgastó el hueso. La segunda fue para corregir la postura, porque los pies quedan hacia adentro y tuvimos que corregir la postura, pero gracias a Dios, como digo, don Felipe Huidobro, neurocirujano del hospital Van Buren, un 7".
Lo anterior conllevó todo un proceso de recuperación que requirió mucho esfuerzo y tiempo para ser exitoso. "Primero, hay 15 días donde tú no te puedes sentar sobre tu espalda. Tienes que estar acostada, recta. Después de eso, llegó el verano y nos tocó ir a comprar en silla de ruedas con una amiga. Pero yo creo que estar en la comparsa me ayudó a tirar para arriba porque, a lo mejor, me habría ido en depresión. Mantenerme ocupada en ese momento fue súper importante. Las ganas de salir adelante son importante".
Noelia es dirigenta de la comparsa Cerro Alegre, a la que ingresó un año antes de su operación. "Ya estaba antes porque yo trabajaba aparcando vehículos para la costa, y decidí meterme en otra cosa para mantenerme ocupada, y me metí ahí. La comparsa me ayudó a tirar para arriba". De igual manera, sus días los divide en otras labores como presidenta de la feria de las pulgas de San Antonio, y en el comité habitacional Vida Nueva.
Olla común
Noelia es conocida también en todo Cerro Alegre por ser la fundadora de la olla común "Seguimos de pie", y hasta el presente reparte almuerzos los fines de semana, sábados y domingos, entre las 13.00 y las 14 horas, en su hogar ubicado en la población Santa Laura.
"La olla común, por lo menos la mía, nace en el estallido social. Como yo hago muchas cosas, una amiga me dijo: 'oye, Noelia, por qué no haces una olla, hay gente que necesita cosas'. Y con una amiga lo empezamos a hacer. Primero hicimos cinco kilos de lentejas. Después era con otra cosa, con ensalada, después le sumamos postre, frutas y pan. En tiempos de la pandemia, recibimos mucha ayuda", comenta.
En esos días, la municipalidad y otras personas ayudaban con recursos para las ollas comunes que, según Noelia, eran alrededor de 12 que estaban repartidas por diferentes barrios de San Antonio. Con el paso de los meses, "fueron cayendo todas las ollitas comunes por falta de recursos", y la suya sobrevivió gracias a sus propios medios.
El cierre de la mayoría de las ollas comunes provocó que muchas personas, como adultos mayores, dejaran de recibir su ración. "Sentí mucho el término de una olla de Bellavista, que llevaba alimentos a abuelitos postrados. Esa ollita a mí me da pena porque esos abuelitos quedaron sin alimento diario. Uno puede decir 'ya, sí, abuelitos', pero hay muchos que ni siquiera pueden cocinarse, y que no tienen redes de apoyo. Entonces, es complicado eso".
En los más de cinco años que lleva con su olla común, le ha tocado conocer "los casos de cáncer, y es triste. Mi mamá murió de cáncer. Hay muchos casos de drogadicción también. La droga y la enfermedad dejan sin plata el bolsillo, y tú puedes tener una casa hermosa, maravillosa, pero de repente no tienes qué comer por los problemas. Todos arrastramos un problema". En la actualidad, entrega entre 160 a 180 raciones cada fin de semana.
Mientras una de sus nietas juega y merodea entre los juegos infantiles de la plaza de Barrancas, Noelia aprovecha los últimos momentos de la entrevista para compartir un sueño que la acompaña desde hace tiempo. "Si me ganara el Loto, me gustaría tener un mesón solidario. Tendría a gente cocinando para que a nadie le falte su plato de comida". Luego, con una sonrisa, da media vuelta y se aleja con paso tranquilo.
"Me acuerdo que terminé cuarto medio en el Instituto Ercilla, que fue el único que me recibió a pesar de estar embarazada. Se agradece, saqué mi cuarto medio",
Noelia Silva
"Si me ganara el Loto, me gustaría tener un mesón solidario. Tendría a gente cocinando para que a nadie le falte su plato de comida",
Noelia Silva