Adiós al Tío Peter, un maestro que cantó con el alma y se ganó el corazón de Llolleo
Pedro Soto Morales dedicó más de 50 años al coro "Amor y Paz" de la parroquia Cristo Rey de Llolleo. Maestro, formador y líder espiritual, falleció a los 76 años, dejando un legado imborrable en varias generaciones.
Llolleo está de luto. Este rincón costero despedirá hoy con profundo pesar a Pedro Soto Morales, conocido y querido por todos como el Tío Peter, quien partiera a sus 76 años, dejando una huella imborrable en la comunidad y en las almas que tocó con su voz y su amor por la música.
Director del coro "Amor y Paz" de la parroquia Cristo Rey, formador de coristas y líder espiritual, el Tío Peter dedicó más de cinco décadas a la misión de iluminar corazones con su canto y su fe.
"El Tío Peter era más que un director de coro; era un padre para muchos, un formador, un amigo. Su partida la vivimos como una familia que pierde a su abuelo, una familia que pierde a un padre", dijo, muy conmovido, el padre Guillermo Allendes, párroco de Llolleo, quien se notaba visiblemente emocionado.
"Fue alguien que no solo cantaba en misas, sino que formó coros de niños, jóvenes y adultos, dejando un legado que trasciende las generaciones. En sus últimos días, recibió los sacramentos y enfrentó la muerte con una fe serena, diciendo: 'me iré cuando Diosito quiera'. Ahora, estamos seguros que está cantándole al Señor en el cielo", afirmó el sacerdote con un tono de amor y ternura por el hombre que conmovió a generaciones con su devoción y carisma.
Ocurre que Pedro Soto Morales fue mucho más que un hombre de fe, fue un hombre de comunidad. Un solitario que forjó vínculos de amor paternal con quienes compartieron su vida en la parroquia y sus capillas, vivía solo en una pequeña casa hasta que, al ser diagnosticado con cáncer en septiembre del año pasado, fue acogido en el Hogar Parroquial, donde recibió cuidado y amor hasta su partida.
Un maestro del alma
Daniela Cornejo, quien compartió su vida con Pedro Soto, como corista y amiga cercana, recordó para nuestro diario cómo el Tío Peter marcó su vida desde la infancia.
"Lo conocí cuando tenía cuatro años, y ahora, a mis 38, puedo decir que nunca nos separamos. Para mí era como un padre, un maestro de la vida y la música. Siempre encontraba la manera de estar presente, de enseñarnos con amor y paciencia", relató Daniela muy emocionada.
Su talento no se limitaba al canto. Aprendió a tocar el teclado con esfuerzo y perseverancia, comenzando con apenas dos notas, pero logrando que su música resonara en misas, funerales y bodas. Su interpretación del Ave María era legendaria, un clásico que llenó de consuelo y esperanza a quienes lo escucharon.
El coro "Amor y Paz", fue su familia más cercana. Desde médicos hasta vecinos y líderes locales formaron parte de esta comunidad musical que encontró en el Tío Peter un líder carismático.
"Su legado va más allá de la música. Formó nuevos directores de coro, inculcó valores y dejó una enseñanza imborrable que fue nada menos que servir con amor y humildad", comentó Daniela.
Ayer en la tarde todos los coros del decanato se unieron para rendirle homenaje y sus funerales se realizarán hoy jueves, a las 16 horas, en el cementerio Parroquial de San Antonio, donde el Tío Peter será acompañado por los cantos de quienes continúan su legado.
Hoy la comunidad no solo llora la partida de un hombre bueno, sino que también celebra una vida dedicada al servicio y al amor.
Que descanse en paz, don Pedro Soto Morales, el eterno maestro de "Amor y Paz".
"Era más que un director de coro; era un padre para muchos, un formador, un amigo. Su partida la vivimos como una familia que pierde a su abuelo",
padre Guillermo Allendes,, párroco de Llolleo
16 horas de hoy, en el cementerio Parroquial de San Antonio serán los funerales del Tío Peter.