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Una proteína estaría detrás de la aparición del lenguaje hablado

Se trata de la variante proteínica denominada "la I197V", que, según un estudio, solo está en los seres humanos.
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Agencia EFE

Los orígenes del lenguaje humano siguen siendo un misterio. ¿Somos los únicos animales capaces de un habla compleja? ¿Y fueron los Homo sapiens los únicos homínidos capaces de dar indicaciones detalladas o describir los matices y colores de un atardecer?.

Nuestros parientes cercanos, como los neandertales, probablemente tenían características anatómicas en la garganta y los oídos que podrían haber permitido hablar y oír el lenguaje hablado, y comparten con nosotros una variante de un gen relacionado con la capacidad de hablar. Sin embargo, sólo en los humanos modernos encontramos regiones cerebrales ampliadas que son fundamentales para la producción y comprensión del lenguaje.

Tras décadas de estudio, científicos de la Universidad Rockefeller (EE.UU.) han descubierto una variante proteínica exclusiva de los humanos (la I197V) que podría haber contribuido a la aparición del lenguaje hablado.

En el trabajo el equipo halló que al introducir en ratones esta variante exclusivamente humana de NOVA1 -una proteína del cerebro que se une al ARN y que es crucial para el desarrollo neuronal- se alteraban sus vocalizaciones al llamarse entre sí.

El informe también confirmó que ni los neandertales ni los denisovanos tenían la variante I197V.

"Este gen forma parte de un cambio evolutivo radical en los primeros humanos modernos y apunta a posibles orígenes antiguos del lenguaje hablado", defiende Robert B. Darnell, jefe del Laboratorio de Neurooncología Molecular de la Universidad de Rockefeller.

"NOVA1 puede ser un 'gen del lenguaje' humano de buena fe, aunque ciertamente es sólo uno de los muchos cambios genéticos específicos de los humanos", concluye.

Tres décadas

Las adaptaciones anatómicas del tracto vocal y las intrincadas redes neuronales hacen posible nuestras capacidades lingüísticas pero la genética que las sustenta no se conoce.

NOVA1 podría ser uno de los genes implicados. Este gen produce una proteína de unión a ARN específica de las neuronas, clave para el desarrollo cerebral y el control neuromuscular y se encuentra en una amplia franja de la biosfera, desde mamíferos a aves, pero no en los humanos.

En el estudio actual, el equipo usó la edición genética CRISPR para sustituir la proteína NOVA1 común en ratones por la variante humana I197V. Así descubrieron que la variante humana no tenía ningún impacto en la unión del ARN relacionado con el desarrollo neuronal o el control motor.

En los años siguientes, estudiaron el impacto en las vocalizaciones de ratones de varias edades en diferentes contextos y hallaron patrones vocales alterados tanto entre las crías de ambos sexos como entre los machos adultos.

La posible influencia del I197V en la evolución humana fue el siguiente objetivo del equipo.

Para confirmar que no se encontraba en nuestros parientes humanos más cercanos -neandertales y denisovanos-, el equipo comparó ocho genomas humanos con tres genomas neandertales y uno denisovano.

Como era de esperar, nuestros parientes arcaicos -de quienes se cree que nos separamos hace unos 250.000-300.000 años- tenían la misma proteína NOVA1 que todos los animales no humanos.

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los neandertales tenían características anatómicas en la garganta y los oídos que podrían haber permitido hablar y oír.
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Los primeros piercings humanos podrían tener 25.000 años

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Los primeros piercings labiales de la historia podrían datar del Paleolítico Superior, hace más de 25.000 años, según revela una investigación liderada por un científico de la Universidad de Coimbra, en Portugal.

Estos resultados, publicados recientemente en el Journal of Paleolithic Archaeology, se desprenden del análisis de los restos óseos encontrados en varios yacimientos de Europa Central, que apuntan a un tipo de desgaste bucodental semejante al que producen este tipo de adornos.

"Los dientes maxilares -los de la parte alta de la dentadura- se mostraron más afectados que los mandibulares, quedando los primeros molares visiblemente más desgastados", explicó el responsable del estudio, John Charles Willman, del Centro de Investigación en Antropología y Salud (CIAS) de la Universidad de Coimbra.

Willman comparó estos hallazgos arqueológicos con ejemplos históricos y contemporáneos de distintas regiones y culturas para determinar si el deterioro que presentaban respondía al uso de perforaciones corporales permanentes.

Según explicó a EFE, esta práctica podría estar relacionada con los ritos de paso y la expresión de una identidad grupal de las comunidades de cazadores recolectores de Europa Central.

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las perforaciones en la piel son habituales actualmente.
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